Evaluamos durante una semana al nuevo SUV de Chery, el Tiggo 5. En unos días más, la prueba completa. |
Uno de los lugares más comunes que solemos tener una vez que nos enfrentamos a un producto chino es intentar buscarle parecidos con otros modelos rivales de marcas occidentales. Es casi que un ejercicio de adivinanza y agudeza visual. Pero también es un recurso recurrente y fácil de desacreditar sus estilos por esa la falta de originalidad recurrente de las marcas de este origen.
De todas formas, bien dice el dicho que "copiar es un elogio" para muchos, mientras que para otros es una muestra de pereza. A nivel personal me encuentro a medio camino entre ambas definiciones, ya que copiarle a otro es una forma de valorizar lo bueno que es, mientras que por el otro lado es también una forma de demostrarle al resto que se vale por la ley del mínimo esfuerzo. Si a un tercero le funciona, a mi también, ¿no?
En la industria automotriz china ha pasado esto desde hace años, así como también hará unos 30, los surcoreanos hicieron lo propio. Las copias no son novedad y hay empresas que de formas más o menos descaradas, lo siguen haciendo. Pero en este mundo globalizado, no es una novedad. Sin ir más lejos, firmas como DS Automobiles están construyendo su imagen de marca robándole todos los "piques" a Audi. Basta ver al DS 7 Crossback y al Audi Q5 para divertirse encontrando las "siete diferencias", aunque se siguen rigiendo por una sutileza francesa muy diplomática para copiarles.
Sin embargo, las marcas de origen chino siguen copiando de forma descarada en muchos casos, aunque otras ya aprendieron la lección y en base a imitar a sus rivales, están comenzando a encontrar un camino de estilo propio. Ya no robando matricerías o planos de las propias plantas (hay casos por doquier de estos), sino contratando a nuevos diseñadores que supieron trabajar en esas empresas occidentales.
En el año 2013, Chery presentó a un SUV que se llama Tiggo 5 (ver nota), que no llegó para reemplazar a la anterior generación (ver lanzamiento), que representó un cambio grande en términos estéticos, ya que la primera generación usaba la misma matriz de diseño del Toyota RAV4 de segunda generación. Bastaba mirar el lateral para darse cuenta de la copia. Pero en este nuevo modelo, ya no usaron más el diseño de otros, sino que ahora tienen a los propios diseñadores dentro de su marca.
Este Tiggo 5, que se comercializa en Uruguay desde mayo de este año (ver lanzamiento) tiene a tres responsables de su estilo propio: James Hope, director de diseño de Chery y ex-director de diseño en Ford, Daimler Chrysler y GM-Opel, Sergio Loureiro, jefe de diseño de Chery, y que supo trabajar en BMW, PSA (Peugeot-Citroën), GM y Mercedes-Benz.
Y por último, el tercer responsable es Hakan Saracoglu, director del centro de diseño automotriz de Chery y reconocido mundialmente en la industria por haber participado para Porsche AG durante 15 años en proyectos como Cayman, Boxster y 918 Spyder. Por eso, para encontrar un estilo propio, hay que adueñarse de los estilistas ajenos. Y Chery lo sabe muy bien, sino miren a las últimas creaciones de la marca de los últimos tres años o a la firma creada para el mercado europeo, Qoros (ver notas).
Los tiempos de marcas chinas que imitan, simulan o copian a otras empresas se están terminando. Ahora son una industria pujante por sus propios medios, con la banca suficiente para incluso adueñarse de empresas tradicionales (Volvo, por ejemplo). Pero también, lentamente, están encontrando un camino propio en términos de estilo. ¿También lo querrán conseguir en relación a sus productos? Para saber eso desde la perspectiva de Chery, es que tendrán que esperar a la prueba completa del Tiggo 5 dentro de unos días más.