Probamos al nuevo SUV chico de BYD, el S1. En unos días más, la prueba completa de este producto. |
Durante muchos años las marcas de origen chino han intentado hacer cuña en los mercados externos mediante varias fórmulas. Primero copiando a las firmas tradicionales, tanto japonesas como europeas, luego posicionando con agresividad sus precios y por último, equipando mejor que nadie a sus productos en cada segmento donde participan.
En algunos casos la receta funcionó, en otros claramente no y el público rechazó de plano algunos modelos provenientes desde esas tierras lejanas. Sin embargo el mundo ha cambiado desde la llegada de los primeros modelos chinos a Uruguay hasta entonces. Ya muchas empresas de aquel origen se han establecido con buenas raíces y sus modelos son bastante apreciados en el mercado local.
BYD es una de esas empresas. El F0 (ver contacto) ha sido el encargado de cimentar las bases de la marca en nuestro país, así como también el F3, aunque en menor medida que ese popular y simpático citycar, que no es otra cosa que una buena copia al carbón de la primera generación del Toyota Aygo.
Sin embargo, esto último nunca fue un impedimento ni una molestia para sus dueños, ya que el modelo ha dado probados argumentos de ser confiable, económico de mantener y además, que perdió menos valor de reventa que otros de sus coterráneos.
Lo mismo pasó con otros productos de esta marca: F3 (ver lanzamiento), que es un clon del Toyota Corolla de novena generación, el SUV S6 (ver lanzamiento), que es demasiado parecido al Lexus RX de primera generación, el poco conocido G6 (ver contacto), que no era otra cosa que un Honda Accord de séptima generación disfrazado de BYD, o también con su hermano, el también desconocido por muchos, F6 (ver lanzamiento).
Ahora pasó eso mismo con los nuevos SUVs de BYD, los S1 (ver lanzamiento) y S5 (ver lanzamiento), que se parecen demasiado a los Ford EcoSport y Toyota RAV4 de de segunda y cuarta generación respectivamente. Tal vez a algunos no les importará la similitud. Aunque la semejanza está y es algo innegable, en especial si los miramos desde el lateral a ambos productos.
Pero más allá de los parecidos, ¿acaso la originalidad no se está perdiendo en toda la industria en general? El family feeling ha acabado con las ideas de los diseños frescos y desmarcados del resto. Acusar a los chinos de copiar estilos no es algo nuevo. Pero tampoco el resto de las marcas de Occidente está haciendo nada para que las copias constantes tampoco se den entre ellas.
Por eso más allá de la broma del título "guerra de clones", lo que veremos en los próximos años, es una nueva avanzada de los modelos de este origen en este segmento, el de los SUVs chicos y compactos, ya que una vez más los productos chinos tendrán que ganar terreno ya conquistado con o sin lucir parecidos a sus rivales occidentales. ¿El S1 tendrá lo necesario para lograrlo sin que en el proceso lo acusen todo el tiempo de ser un doppelgänger? Tendrán que leer la prueba completa dentro de unos días más.