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| Lobo con piel de cordero: el LS3 V8 6.2 heredado del Corvette eroga 415 cv que van directo a las ruedas traseras |
Con el Holden Commodore recientemente presentado, era de esperarse que General Motors mostrara tambien la variante para el mercado norteamericano, con el moño dorado en el frente. Y así fue. Después del salto, les presento la berlina deportiva con motor V8 de 415 cv y tracción trasera.
Hace algunos días, Holden -filial de General Motors en Australia- presentó al sucesor del Commodore, su tradicional sedan del segmento E. Desde el momento del lanzamiento, se supo que llegaría tambien a tierras del Tio Sam, con el nombre de Chevrolet SS, marcando el regreso de la marca a las berlinas de tracción trasera. Vamos a conocerlo.
El Chevrolet SS llegará a los concesionarios de los Estados Unidos a fines de este año, salido de la misma fábrica que su homólogo con logo Holden, en Adelaide al Sur de Australia. Por si a alguien no le queda clara la apuesta que hace la marca con el SS, será el encargado de representar a General Motors en NASCAR.
Por fuera, viste piel de cordero, ocultando con éxito al V8 LS3
Por fuera sabe ocultar bastante sus pretensiones deportivas, punto que algunos encontramos positivo, pero que puede defraudar a quienes busquen un modelo que grite a los cuatro vientos que debajo del capot aparece el LS3 que mueve también a los Camaro y Corvette (ver nota).
El frontal es sobrio -me gusta más el del Holden-, con faros de diseño simple y una parrilla que, acostumbrados a las tendencias actuales de diseño de Chevrolet, queda algo pequeña. El ligero -en comparación con la mecánica- toque deportivo llega por parte del paragolpes con generosas entradas de aire y unos nervios sobre el capot.
Visto de costado, tampoco imaginamos estar frente a una bestia de 415 cv, aunque si prestamos atención a los detalles, por las llantas de cinco radios dobles y 19 pulgadas se escapa el logo de Brembo, encargado de desarrollar el sistema de frenos compuesto por cuatro discos ventilados y pinzas de cuatro pistones en el tren delantero. Destacan tambien las branquias verticales en las aletas delanteras.
El ángulo trasero es -a mi gusto- el más agradable, con faros en posición horizontal y algunos detalles que muestran que en sus entrañas no hay un cuatro cilindros, como el discreto alerón integrado a la tapa del baúl y el escape doble enmarcado en un difusor de color negro.
Puertas adentro, aunque General Motors insista en usar el mismo volante en casi toda su gama, se respira ambiente racing. Hay detalles deportivos, como los apliques en aluminio, el tablero en cuero con costuras rojas o los pedales metálicos. Los asientos -de agradable diseño- van en cuero, con la inscripción SS en el respaldo y costuras rojas.
El equipamiento estará acorde a una berlina de segmento E, con faros de Xenón, luces LED, asientos regulables eléctricamente en las plazas delanteras, navegador y sistema multimedia MyLink con pantalla táctil, head up display, asistente de cambio de carril y sistema de estacionamiento automático entre otros tantos ítems. Vamos a lo que hace especial al SS.
Lo que importa es lo de adentro, comparte la mecánica nada con los Camaro y Corvette
Como les conté, estamos frente a una berlina ejecutiva por fuera, pero Corvette de corazón -se puede leer cantando-. Debajo del capot, dice presente el motor LS3 de General Motors, es decir el mismo que equipa el Chevrolet Camaro y el recientemente lanzado Corvette. Está asociado a una caja automática de seis velocidades, y es propulsado por las ruedas traseras.
El V8 de 6.2 litros atmosférico eroga en el SS nada menos que 415 cv y unos bestiales 562 Nm de par que le permiten -además de tatuar el asfalto- lograr los 100 km/h con partida detenida por debajo de los cinco segundos. Todo un deportivo yankee style.
Para lograr un comportamiento acorde, además de los ya mencionados frenos firmados por Brembo, se recurrió a un esquema de suspensión independiente en las cuatro ruedas McPherson/Multilink. La dirección eléctrica fue especialmente calibrada para este modelo, y el reparto de pesos roza el ideal 50:50. Nada mal ¿no?
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