Probamos al Citroën C4 Cactus: adiós a la rebeldía

martes, 18 de diciembre de 2018



Nos subimos por tercera vez al Citroën C4 Cactus, ahora para evaluar a la versión producida en el Mercosur.
Apenas unos días después de haber sido puesto a la venta, nos subimos por tercera vez al Citroën C4 Cactus, ahora para evaluar a la versión producida en el Mercosur. Fue actualizada a nivel estético, sin soluciones ingeniosas de diseño, pero un aspecto que corre más con lo que el público quiere.

El Citroën C4 Cactus (ver lanzamiento) es uno de los modelos más interesante que la marca presentó en los últimos 20 años. Después de unos cuantos productos insulsos y faltos de ese je ne sais quoi que hace a la marca del doble chevrón lo que es, el simpático Cactus volvía con ideas que rompían con lo monótono, y además le daban una vuelta de tuerca a algunos conceptos que el resto de la industria ya daba por establecido.

Ideas como tener un limpiaparabrisas que pudiera tirar agua sin obstruir la vista del conductor, un airbag para el acompañante que cayera desde el techo y así pudiera dejar lugar a una segunda guantera en la consola, o los ya famosos Airbumps, unas protecciones exteriores que impedían raspones y golpes de estacionamiento en la ciudad.


También en términos de diseño se habían tomado decisiones polémicas en ese modelo, pero que comprendían un estilo diferente al de otros Citroën, como ser unos tiradores de puertas interiores que se parecían a las manijas de un baúl de viaje, asientos tan mullidos como un sofá o un techo solar panorámico que no tenía una cortinilla, porque el cristal contaba con un tratamiento que le impedía a los rayos UV generar calor en el habitáculo.

Era un producto que generaba controversia y dividía opiniones. Pero siempre lo banqué por rebelde. Como buen defensor de las causas perdidas que me considero, el C4 Cactus que venía desde España fue un producto incomprendido por el mercado uruguayo y sus cifras de ventas fueron cayendo consecuentemente con el pasar de los años. Fue un modelo en el que la marca había apostado a conquistar a los clientes de los SUVs y crossovers chicos, pero no terminó ganando tantos corazones.


El Cactus original era como el vegetal que le da su nombre: interesante de mirar, pero nadie se atrevió a abrazarlo con cariño. Por eso, cuando Citroën decidió hacerle su primera actualización hace un tiempo atrás, en Europa se eligió quitarle un poco de esa "peculiaridades" para hacerlo más masivo y deseable para un público que no había comprendido las concesiones que presentaba el modelo original.

De todas formas en el viejo continente se dejaron elementos como las ventanillas traseras pivotantes, un techo solar sin cortinilla o asientos mullidos, así como un sistema de suspensión que presentaba "colchones" hidráulicos adentro de los amortiguadores para que el andar sea tan suave como la caricia de una madre.


Sin embargo, en el Mercosur, la historia fue muy diferente. El desarrollo local incluyó un producto que abandonó por completo esas excentricidades para pasar a ser ahora un crossover como cualquier otro del montón, aunque con diseño típico de Citroën. En esa transformación, por otra parte, se resolvieron problemas como unas ventanillas traseras que no se podían bajar, un respaldo trasero que no se podía dividir en mitades o un instrumental que parecía sacado de un videojuego muy triste.

El C4 Cactus Mercosur (ver lanzamiento) hizo todos los pasos del "ABC de la regionalización" de un producto europeo: se le levantó la suspensión, se le quitaron los motores modernos y poco potentes, pero muy eficientes, los materiales se simplificaron lo más posible y los precios se volvieron de golpe mucho más accesibles. Por eso es válido preguntarse si en pos de los volúmenes ¿perdió toda la rebeldía o le quedó algún remanente? Lo sabremos dentro de unos días más.