Contacto express: Peugeot 504 GL, 504 Cabriolet V6 y 504 Coupé V6 TI

viernes, 19 de octubre de 2018



Para celebrar los 50 del Peugeot 504, es que viajamos a Francia a manejar estos tres ejemplares magníficos.
Este año se cumplen 50 años del lanzamiento del Peugeot 504. Por ese motivo, la marca invitó a medios de Latinoamérica a probarlo en su versiones Berlina GL, Coupé V6 TI y Cabriolet V6 por caminos del Sur de Francia, cerca de Sochaux, cuna de la firma del león. Crónica, a continuación.

Desde Sochaux, Francia (*) - Mucho he escrito sobre autos nuevos en este sitio durante 8 años (justo hoy se cumple ese numerito, je) por eso subirse a tres clásicos en el 50 aniversario de un modelo, es un lindo pendiente para tachar de la lista de cosas para hacer en este oficio. Entonces para celebrar los 8 años de Autoblog, es que me voy a dar el gusto de escribir una nota de cómo me dí tres gustos hace unos días atrás en el Sureste de Europa.

Peugeot me invitó a Francia a realizar un viaje de una semana que incluía el Salón de París 2018, cuya cobertura pudieron ver la semana pasada (ver notas), pero que también contenía una segunda parte llamada "Spirit of France" que comprendía visitas a lugares como el "Musée L'Aventure Peugeot" o "Les Archives Peugeot" en Terre Blanche (ver nota), además de la fábrica de molinillos Peugeot o un paseo guiado por un fuerte donde se maduran quesos, así como testear al 508 previo a su llegada a Uruguay en 2019 (ver contacto). Todo muy francés y lifestyle.


Pero también en este 2018 es como dije al comienzo, el año del festejo de los 50 años del nacimiento del Peugeot 504. Entonces, hoy que es un día de celebración en Autoblog, aprovechemos y hagamos la fiesta por dos, ¿no? Apenas por unos kilómetros, pero suficientes para que el disfrute sea pleno, pude manejar tres unidades restauradas algunas y otras originales de este modelo tan emblemático de la casa francesa: Peugeot 504 2.0 GL (1977), 504 Cabriolet 2.7 V6 (1974) y 504 Coupé 2.7 V6 TI (1983, último año de producción). Estas últimas dos, además, diseñadas por el gran Pininfarina.

Esta no va a ser una nota de contacto como las otras, ya quedan avisados de antemano. Se trata de mostrar una experiencia de disfrute, por caminos rurales del Sureste de Francia, enlazando destinos entre archivos históricos, una fábrica de molinillos, degustación de quesos añejados casi un año y medio en un fuerte oculto bajo tierra de la época de la guerra con el imperio austro-húngaro, un almuerzo gourmet en un restaurante con una estrella Michelin y estadía en el Château de Germigney, un castillo del siglo XVIII. Feo plan, ¿no?


Comenzaré hablando del 504 Berlina, que fue el primero que me tocó usar. Si bien era el menos "interesante" del trío, jamás había manejado uno. Es una berlina blanda, cómoda, con una dirección lenta y pesada que obliga a anticipar mucho las maniobras. Las butacas parecen sillones de un living, con el mismo nivel de delicadeza y comodidad, además de un color turquesa encantador. El motor es un cuatro cilindros de 1.971 cc, a carburador con 93 cv de potencia y caja manual de cuatro relaciones.

Pese a los años, es un auto suave en todos los sentidos. No solo en la suspensión, que es como ir flotando en una almohada rellena de plumas, sino también en la mecánica, que es igual de dulce y crocante que una crème brûlée. Se perciben todos los ruidos metálicos trabajando, pero a la vez, lo hace con una suavidad tal, que parece que sus piezas están lubricadas con una taza de ese exquisito postre. También el 504 sirvió para acordarse lo que eran los habitáculos de antaño: amplios y luminosos, en contraposición a las cinturas altas y los techos aplastados de los autos modernos.


Tuve que esperar al final del día, ya con la noche cayendo, para poder usar al 504 Cabriolet V6. Me hubiera gustado bajarle el techo, pero mis dos acompañantes (un representante de la marca en Perú y un periodista del mismo país) se negaron por tener frío. Lo desquité a la mañana siguiente, con 6ºC en el ambiente y toda la helada nocturna elevándose de los campos. Ahí bajé la capota sin preguntar. Que se abriguen y listo. Nada me iba a negar disfrutar de un cabrio en la campiña francesa con motor V6, caja manual, tracción trasera y una deliciosa carrocería creada por Pininfarina.

El Cabriolet es apenas más firme que la Berlina, pero mantiene ese mismo halo de comodidad. A eso hay que sumarle la orquesta de cruijidos y silbidos del viento que nacen de cada rincón de la carrocería. El 2.7 V6 tira unos más que dignos 135 cv y la caja también es de cuatro marchas como en la berlina. Pero el sonido es otro y el empuje, ni que hablar. Es un auto con el que podés "crucerear" a 120 km/h sin dramas. Eso sí, ojo que el velocímetro tiene 20 km/h de margen de error por encima. El selector es delicioso por un tacto "crujiente" y metálico, mientras que la dirección es menos asistida que la de la Berlina. Además el volante de madera más chico, ayuda a maniobrar más que el del GL, que en comparación, parece el de una retroexcavadora.


Y guardé lo mejor para el final. En el segundo día y después de un sueño reparador en el Château de Germigney, me tocó la 504 Coupé V6 TI. Si bien dice "TI" en su nombre, no tiene turbo, pero sí un motor a inyección, algo que los otros dos carecían. El sonido del V6 es delicioso porque además de emitir un ronroneo muy agradable, apenas tiene 7.500 km de uso. Está más cuidado y entero que muchos autos que pruebo de prestado en Uruguay.

Encima, esta unidad fue una de las últimas en fabricarse. Tiene el mismo V6 2.7 con 135 caballos de potencia del Cabriolet, pero ahora con una caja ZF de cinco velocidades que tiene un selector algo chueco, pero con un pasaje de cambios exquisito. Como la bella creación de Pininfarina, pesa apenas algo más de una tonelada, la combinación de peso/potencia solo invita a una cosa: divertirse.


Mientras los peruanos disfrutaban de una siesta producto del jet-lag mal gestionado, yo manejaba sintiéndome Jean-Paul Belmondo solo escuchando al V6 rugir. Dobla todo lo que el 504 GL no, y acelera todo lo que el Cabrio no podía por tener el anémico carburador. Me saqué las ganas de manejar en unos caminos de ensueño, de montaña, con curvas ciegas y en repecho. No podía haber tenido una herramienta más adecuada. O mejor dicho, una obra de arte.

El viaje terminó en el museo oficial L’Aventure Peugeot, que se encuentra en Sochaux, la ciudad natal de la marca francesa. Después de haber pasado dos días viviendo lo mejor de ese país tanto en materia de historia, como de gastronomía y conducción por caminos espectaculares, recuerdo que los autos nuevos son como una baguette rellena: te sacan el hambre en el momento y nada más. Los clásicos como estos tres 504 son como los platos que nos sirvieron en el restaurante Le Monarque, de Sochaux: una delicadeza cuasi artesanal que no solo te satisface el apetito, sino que también te puede sacar una sonrisa en el rostro.

























































(*) Viaje por invitación de Peugeot Uruguay