Probamos al Audi TT Coupé: dosis de ego para el alma

lunes, 17 de agosto de 2015



Evaluamos a la tercera generación del Audi TT en su variante Coupé.
Hace algunos días atrás pudimos probar a la tercera generación del Audi TT en carrocería Coupé. Para muchos es solo eso, un modelo más de Audi. Pero si miramos dentro del mercado, es un verdadero rara avis. Para ir anticipándonos a la evaluación completa, un pequeño análisis del ego.

El TT siempre fue un producto que le dio la espalda al mercado. Pero no por el mercado en sí, sino por decisión propia. Es un modelo que estuvo siempre a un lado de la gama Audi como "el hermano distinto". Mientras que dentro del resto del mar de productos que se comercializan en nuestro país, era un verdadero ejemplo de rara avis automotriz.

Ningún auto se parece al TT y ningún Audi se parece al TT. Bueno, ahora quizás un poco el nuevo R8 (ver nota), pero ambos están apuntados a consumidores muy dispares. Ser diferente es un precio alto a pagar en un mercado especialmente conservador y tradicional como el nuestro. Pero hay marcas (y clientes) que están dispuestas a pagarlo solo para despegarse un poco de la manada.


Es cierto, hay pocas coupés compactas puras en Uruguay (Porsche Cayman o Toyota 86, por citar dos casos), mientras que otros fabricantes optan por darle al consumidor un 2x1, es decir, se llevan dos productos por el precio de uno. Son los famosos coupé/cabrio, como puede ser el SLK de Mercedes-Benz o el BMW Z4. Dos rivales indirectos del TT, que al igual que el Cayman, tiene su contrapartida en versión roadster con techo de tela, aunque no apelan al techo metálico retráctil.

Hace algunas semanas atrás, cuando el auto se presentaba (ver lanzamiento), tuve la chance de entrevistar al brand manager de Audi, Gonzalo Mollá  (ver nota), que definió perfectamente lo que es el TT como vehículo: "es un auto egoísta". Y tiene toda la razón. Pero se puede ir un poco más allá, ya que se puede aplicar no solo al producto de Ingolstadt, sino también a sus competidores semejantes.


Modelos como el TT, o los otros que acabo de citar, están pensados para el dueño. No para su pareja, no para sus hijos, y mucho menos para los amigos que piden prestado el auto "para dar una vueltita". No. No solo es egoísta. Es egocentrista. Son caballos de fuerza, cuero, aluminio, y líneas sugestivas con los que se le da de comer al ego propio.

Quizás en Uruguay ver un TT por la calle será tan extraño y único como ver pasar al cometa Halley,. Pero también sé que muchos lo disfrutarán al mirarlo, y mucho más lo hará su dueño cuando se sienta observado. Ya que por más que algunos lo vean como un producto conservador, si lo estacionamos al lado de otros productos de Audi, es tan llamativo y sugestivo como una bailarina del Moulin Rouge danzando sobre el escenario.


Comprarse un auto así, o usarlo por unos días como le pasó al editor de Autoblog, es empachar al ego y ahorrarse cientos de miles de billetes en terapia. Ver que te miren en un auto así y sentirte bien por eso, es la mejor cura a la baja autoestima.

Posiblemente Sigmund Freud nunca usó una coupé deportiva y por eso tuvo que desarrollar su teoría psicoanalítica para curar las depresiones. Pobre de él.


Ya sea encantado por sus deportivas, o por su filosofía egoísta, el TT es un producto que por ser diferente a todo. Por tal motivo, vale la pena dedicarle algunas líneas de tinta digital para ver si además de atractivo,  es un "deportivo" con todas las letras.

Y para ello, no quedó otra que pedirle a Audi una unidad y probarla durante cuatro días. Dicen que los trabajos duros, alguien tiene que hacerlos. Tendrán la evaluación completa dentro de unos días. Si me disculpan, mientras voy a decirle a mi terapeuta que no voy más a consulta, ya no la preciso. Permiso.