Probamos al Citroën C4: la traición de las imágenes

martes, 11 de junio de 2024




Durante cinco días evaluamos a la tercera generación del Citroën C4, que ahora adopta una estética similar a la de los crossovers compactos pero manteniendo casi inalterada su naturaleza que desde el año 2004 lo hace ser el representante del doble chevrón en el segmento de los hatchbacks de segmento C.

En el año 1929, el pintor surrealista belga René Magritte, reveló su famosa obra llamada “La traición de las imágenes”, cuyos cuadros se hicieron conocidos por su inscripción (en francés), “Ceci n'est pas une pipe”, que en castellano se traduce a “esto no es una pipa”. Dicha obra muestra una pipa pintada con la inscripción. Magritte quiere decir que el cuadro no “es una pipa”, sino la imagen de una pipa.

Avanzamos casi un siglo y unos kilómetros de distancia hasta llegar a Francia. Más precisamente a junio del 2020, cuando Citroën reveló a la tercera generación de su compacto, el C4 (ver nota). Salvo por la segunda (ver prueba), esta última evolución y la primera, que data del año 2004, se caracterizaron por tener un diseño rupturista para el segmento C. Pero en el caso esta nueva generación, que se la conoce internamente como “C41”, la marca gala decidió dar un paso más allá en esa dirección.


El actual C4 proponen un nuevo concepto de diseño, con una silueta de una berlina pero que adopta sutilmente algunos detalles nacidos de los SUVs y crossovers, como pasarruedas en color negro, una altura al suelo extra y un aspecto más similar al de los mal llamados “SUVs coupé” o “SUV fastback”. Es por eso que cité a la obra de Magritte en este adelanto. El C4 es la interpretación en clave de compacto del de un crossover, pero técnicamente no es uno. Tampoco lo es su variante sedán, denominada C4 X (ver nota) que por ahora no tendremos en Uruguay, ni tampoco en ningún país de América Latina.

Cuatro años después de su lanzamiento en Europa, el C4 regresa al mercado local con un panorama muy diferente al que supo atravesar su segunda generación. Aquel producto existió en una época en donde los hatchbacks de segmento C tenían una oferta nutrida y variada. La realidad actual es devastadora. Citroën es el único que ofrece una opción de hatchback compacto generalista en nuestro mercado y será así por un buen tiempo. Pero a diferencia de su desaparecida competencia, la marca francesa encontró este “truco” de camuflar a su C4 como un crossover, para atraer a ese cliente que ya no mira hatchbacks compactos.


Pero el C4 tiene otros “trucos” más escondidos que llevan a que sea confuso entender qué es. Su plataforma es la versión europea la CMP del Grupo Stellantis, utilizada, entre otros, por los Peugeot 2008 de segunda generación (ver lanzamiento) u Opel Corsa F de sexta (ver lanzamiento), es decir, productos del segmento B. Aunque el C4 es estrictamente un C en toda su magnitud. Al llevar esta base modular, se pueden crear opciones como la ë-C4 eléctrica con 136 o 156 cv y 260 Nm, con 355-419 km de autonomía según WLTP, que por ahora al igual que los C4 X y ë-C4 X, tampoco tendremos por acá.

A nuestro país llegó en abril pasado proveniente desde España (Villaverde) en una sola versión (Shine), con una mecánica perteneciente a la familia PureTech un 1.2 litros de tres cilindros turboalimentado con 130 cv de potencia y 230 Nm de torque, junto a una transmisión automática de ocho relaciones (EAT8). Es una opción mecánica que en el viejo continente ya fue reemplazada por una 1.2 PureTech micro-híbrido (48V) y con distribución por cadena (no por correa bañada en aceite). Tiene un valor de U$S 43.990, que lo deja en territorio de los SUVs y crossovers compactos a los que tanto busca parecerse (ver lanzamiento). Ahora, ¿tendrá argumentos para “traicionar” a los argumentos de los clientes de SUVs para demostrarles que las buenas berlinas también siguen siendo una opción válida? Lo sabremos en unos días cuando puedan leer la evaluación completa de este “crossover que no es crossover”