Probamos a la octava generación del Audi A6 en su variante Design 55 TFSI 3.0 MHEV S tronic quattro. |
Geek es un término anglosajón que se utiliza para referirse a la persona interesada por la tecnología y la informática. Me considero uno, por ejemplo. Leo y veo reviews de smartphones y computadoras (sí, no solo me entretienen los autos), me gusta tener cuanto gadget salga a la venta y tengo el celular casi que atado a la mano todo el santo día. Sin ir más lejos, mi oficio está ligado a la informática y la tecnología, de ahí mi interés.
Pero pocas veces se da que un producto de los que me toca evaluar para Autoblog sea el equivalente a tener el último smartphone o laptop en términos de avance tecnológico. Casi siempre la gran mayoría de automóviles que me toca probar tienen como elemento techie una pantalla táctil y poca cosa más. No hay en general algo que me haga sentir el simio de "2001: A Space Odyssey" pegándole a los huesos y descubriendo una novedad (ver video).
Sin embargo, cada tanto, muy cada tanto, aparece un auto que rompe con eso y despierta ese bichito primitivo de la curiosidad y la sorpresa de lo desconocido. Tal vez no sea un producto masivo, ni tampoco uno que todos ustedes estén esperando leer la evaluación. Pero para aquellos que vivimos de evaluar automóviles, algo así nos hace recuperar el sentido de esto que es un trabajo pero no lo parece. El único problema es que cabe una chance del 99,9% de que sea un SUV.
Y para serles franco, estoy cansado de manejar SUVs. Hastiado, diría. Por eso cuando combinamos esa novelería con una silueta que toda la vida fue sinónimo de estatus y lujo, la receta no podía ser menos interesante. Hace algunas semanas atrás Audi Uruguay puso a la venta a la octava generación del A6 (ver lanzamiento) y no es otra cosa que la encarnación de todo lo que un tester quiere: una berlina alemana enorme y equipada hasta los dientes.
Si a esto le sumamos la bestialidad de tecnología que incorpora de serie (la explicaré en la prueba completa, no ahora), y por un precio que te hará sentir que estás manejando un apartamento de tres ambientes (y de casi el mismo tamaño que el auto), el resultado de toda la expectativa es muy grande. Casi como si a un niño pequeño le dijeras que va a ir a tomar la merienda con Mickey Mouse en Disneylandia.
Como ya hace unos cuantos años que realizo aportes jubilatorios y mi niñez casi que es una foto en blanco y negro (o al menos un recuerdo "no-digitalizado"), las cosas que me entusiasman son un poco más racionales y menos emocionales. Pero de todas formas, los geeks tenemos esa curiosidad infantil de lo desconocido y asombroso. Sí, un par de pantallitas brillantes nos pueden encandilar como a todos. Pero también queremos saber cómo brillan. Digamos que el geek es un nerd que busca muchas respuestas a preguntas que nadie se hace.
Casi como los sedanes premium en un mundo de SUVs. Por eso para seguir vigentes, tienen que asistir a soluciones que los mantengan en la foto general del mercado. Ya sea incorporando habitáculos casi que salidos del ámbito aeroespacial, tecnologías de micro-hibridación o hibridación completa, asistencias a la seguridad muy avanzadas o también, una receta más clásica: lujo a niveles obscenos en base a maderas y cuero de primera calidad.
Un pasaje a Orlando para ir al parque de diversiones más famoso del mundo cuesta en promedio unos U$S 1.200 por persona. Un A6 sin sumarle ningún opcional, arranca en unos U$S 142.000. Mi oficio no me deja tiempo para irme de vacaciones, ni da con los dividendos necesarios para mantener un sedán como este Audi en mi garage de forma permanente. Pero sí me permitió tenerlo cinco días y hacerle más de 900 kilómetros sin tener que pagar seguro ni patente disfrutándolo casi como un viaje al parque de diversiones más famoso del mundo. Chistes aparte, el test completo del A6, podrán verlo en unos días más. Y por esas casualidades, también será el test número 200 de Autoblog.