Probamos al Peugeot 208 GTi: medicina para el ego

viernes, 25 de octubre de 2013



Probamos al más picante de los 208, el GTi. La semana que viene en Autoblog, la prueba completa.
GTi. Tres letras que en el mundo de los automóviles lo cambian todo, y pueden transformar a un vehículo anodino, en uno temperamental. Peugeot es una de pocas las marcas -junto a Volkswagen- que más han explotado esta sigla, y los franceses este año, vuelven a sus raíces. O al menos eso dicen.

Grand Tourer Injection. En la gran parte de los modelos GTi actuales, dos de esas palabras quedan grandes, y la otra es una obviedad desde finales de los años 90, tras la muerte definitiva de los carburadores en los vehículos modernos. Pero más allá de eso, cada vez que la escuchamos, seguro paramos la oreja a ver de qué se trata.

En 1961 Maserati fue la pionera en explorar este concepto con el 3500 GTi, el primer automóvil italiano en llevar inyección de combustible con unos más que respetables 235 cv de potencia, además de ser un Gran Turismo real, de ahí el GT. Pero no fue hasta 1974 que Volkswagen lo popularizó con el primer Golf GTi, y diez años más tarde, en un escalón más accesible entró Peugeot con el 205 GTi, abuelo del modelo que probamos hace unos días atrás y que es la excusa para esta nota.


Sin embargo, pese al anacronismo sobre su alimentación, y un "Grand Tourer" que le da un tamaño que el 208 GTi no tiene, este modelo tiene en su ADN algo que genera más sensaciones en las entrañas de un petrolhead por ser algo más emocionante: es un hot-hatchback. Este término anglosajón, habla de un producto que en sus orígenes es un vehículo económico, pero que tiene una versión con más potencia de la que debería llevar bajo el capot. 

Sin embargo, la fiebre por los GTi´s no nació con la aristócrata Maserati, sino con los productos que casi cualquier joven europeo podía comprar como su primer deportivo. Son muy rápidos, lucen muy bien, y al derivar de modelos "populares" son baratos de mantener. El sueño del pibe por definición. Además, son tan divertidos de usar, como cuando de chico te tirabas por las canteras del Parque Rodó sobre un pedazo de cartón. Simpleza y velocidad = felicidad.



Esta característica tan sencilla, hace que sea un objeto de deseo alcanzable para más gente, que una coupé deportiva alemana, por ejemplo. Como fundamentalista de los hot-hatchbacks, podría estar dos siglos debatiendo con alguien que me dijera "por esa plata te comprás un Vento GLi, que es más práctico", pero estoy seguro no es tan divertido de usar como el 208 o alguno de los rivales del pequeño francés.

Les pongo un ejemplo de esto. En todos estos años de trabajar como tester nunca me había pasado que un auto nos quisiera "pistear" en la calle tantas veces. Manejé autos con más de 270 cv, como el Toyota Camry, o algo casi de la misma potencia que el Peugeot, como el A3 Sportback de 180 cv, y con ninguno me pasó lo que viví con el GTi. Ni siquiera con el 308 GTi que manejé el año pasado (ver prueba).



Volviendo de retirarlo, iba con Facundo al volante por la rambla, y de la nada nos aparece haciendo ruido un VW Escarabajo 1500 de color celeste al límite de su estabilidad, zigzagueando entre el tránsito. Acelerando como loco, tratando de ponerse a la par del Peugeot, su conductor nos hacía señas de que lo pasáramos por la izquierda, siempre respetando las normas de tránsito, obviamente. 

Al hacerlo, el tipo ponía caras de loco, nos levantaba el pulgar, y gritaba cosas que por el viento no podíamos escuchar. Después que pasábamos, volvía a adelantarnos matándonos con las luces y la bocina, además de hacer "no" con el índice sacando la mano por la ventanilla, como probando que su fusquita podía más que un auto del mismo tamaño, pero con 200 cv bajo el capot. 



Facundo y yo íbamos llorando de risa literalmente, mientras veíamos a este maniático haciendo morisquetas al volante y tratando de alejarse de él lo más posible. Eso con un sedán premium de 270 cv no te pasa en mil años, y con un Audi de 180 cv, seguramente una o dos veces al año. Con el 208, este tipo de escenas, las viví durante los días que lo tuve, prácticamente cada vez que lo saqué a la calle. Es un auto que genera emociones de propios y extraños.

Hace poco tiempo atrás, uno de mis ídolos, el periodista y presentador británico Richard Hammond, dijo que los hot-hatchbacks deberían ser usados como el manual de aprendiz para el joven petrolhead. Pero además, y esto lo agrego yo, son el remedio ideal para ir de un punto al otro sin amargarte por el tránsito denso, además de ser el culpable de llegar al trabajo todos los días con una sonrisa en el rostro.

El 208 GTi tiene mucho para retomar lo que su abuelo dejo hace tres décadas grabado en los corazones de muchos fanáticos. Esa frase que tras exhalar tras un suspiro nos sale naturalmente a muchos cada vez que vemos uno en la calle: larga vida a los hot-hatchbacks. La prueba completa como siempre, la semana que viene.