Evaluamos a la quinta generación del Honda CR-V. La prueba completa se publicará en los próximos días. |
El nombre CR-V es toda una institución dentro de la historia de Honda. Se presentó allá por 1996 como el primer SUV compacto de la marca y en su momento fue todo un éxito de ventas. Se basaba en un producto tan fiable como reconocido como es el Civic, pero le agregaba la practicidad y modularidad de un tipo de producto como son los sport utilities.
Pese a que ya pasaron 21 años de ese puntapié inicial del modelo, se lo sigue apreciando tanto como en sus últimas tres evoluciones, ganando el mismo grupo de clientes dispuestos a seguir siéndole fieles a un modelo de confiabilidad probada, excelente calidad de fabricación y buenos índices de reventa una vez que quisieron optar por un recambio generacional.
Pero Honda es una marca que da golpes de efecto grandes entre generaciones que muchas
veces espantan hasta al usuario más “hincha” de la “H”. Es cierto, otras veces se valen de
evoluciones más conservadoras y también son centro de las críticas más despiadadas por no ser
revolucionarios ni jugados. Comenzando por los diseños y terminando en donde los clientes de la
marca más confían, en las mecánicas.
Por eso la idea de dotar a un Honda de una mecánica que no siga los lineamientos conocidos por
sus consumidores puede ser un arma de doble filo. Pasó hace unos meses atrás con el Civic (ver prueba), donde el temor a tener un modelo con mecánica a inyección directa y turbocompresor
podría no ser la receta para mantener la fidelidad de sus clientes.
Sin embargo, el mercado como siempre le probó a los especuladores que se equivocan y la versión EX-T, que es la que equipa el nuevo motor 1.5 i-VTEC Turbo de 173 cv es la que la gente más compra. Incluso teniendo el descabellado valor de U$S 43.900, más digno de un auto de segmento D que de uno del C y además producido en Brasil.
Con este panorama enfrente, no era muy difícil hacerse una idea de qué motor se optaría para la quinta generación del SUV derivado de ese Civic. Si bien en otras regiones como Norteamérica, el CR-V tiene una versión con el mismo impulsor atmosférico de la generación anterior, para Uruguay se decidió unificar la oferta de dos versiones con el nuevo motor 1.5 i-VTEC Turbo del Civic, pero con 15 cv más, llegando a 188 cv y posicionándose como uno de los SUVs compactos más potentes del mercado local (ver lanzamiento).
Hoy el “cuco” de comprarse un motor turbo ya está muy superado en marcas que supieron
ganarse su clientela en base a confiabilidad y un bajo nivel de reparabilidad de los modelos que
vendieron en los últimos años. Por eso a la hora de llegar esta “revolución turbo” embanderada
por aquellos modelos que se valen del downsizing, firmas como Honda solo tienen que hacer el
cambio a estas mecánicas y la gente confiará de ojos cerrados.
Pero como estamos ante un nuevo CR-V, también es la renovación de uno de los modelos más
exitosos de los últimos 20 años de Honda, y por ende, uno de los productos más pedidos y con
más fieles entre sus filas así como también por los clientes de este segmento. Por todo esto, es que se merecía entrar a nuestro garage para poder
conocerlo a fondo. La prueba completa, en los próximos días.