Probamos al BMW X1: mirando hacia el frente

lunes, 10 de julio de 2017



Evaluamos a la segunda generación del BMW X1. En los próximos días podrán leer la prueba completa.
Durante cinco días y por más de 860 kilómetros evaluamos a la segunda generación del SUV más pequeño de la gama BMW, el X1. Nos tocó en suerte el sDrive 20i Luxury con la mecánica 2.0 turbo de 192 cv asociado a la transmisión automática Steptronic Sport de ocho relaciones.

BMW es sinónimo de marca premium con vehículos de tracción trasera, así como Alemania es la tierra de las cervezas, las salchichas y las personas bigotudas con tiradores y pantaloncitos cortos para bailar temas típicos tocados con un acordeón.

Pero como todas las tradiciones fueron hechas para romperse, la Bayersiche Motoren Werke también supo hace algunos años atrás darle la espalda por un tiempo a ese concepto que la hizo adepta de tantos seguidores para comenzar a hacer lo que sus rivales ya venían practicando hace rato, y es producir vehículos con tracción delantera.


Recuerdo leer en foros de Internet (lo más cerca a una versión digitalizada de uno de los círculos del infierno de Dante) a las turbas enfurecidas y pixeladas de fanáticos quejándose porque BMW había decidido hacer eso. Era casi un déjà vu de lo que unos años antes había sufrido la cúpula mayor de Porsche cuando tuvieron la brillante idea de hacer un SUV como el Cayenne.

Como los fanáticos también son fundamentalistas en muchos casos, sus opiniones no pueden estar más lejos de la realidad y se acercan más a una versión distorsionada de lo que los ingenieros, diseñadores y contadores de las marcas de autos tienen que ver plasmado en números a la hora de desarrollar un producto de cero.


Con la llegada al Grupo BMW de las plataformas modulares UKL1 y UKL2, destinadas a los productos de acceso a las gamas de BMW así como también servirle de arquitectura a toda la familia de modelos de MINI, a los ojos de aquellos que nos gusta sentarnos por detrás del volante podía significar solo una cosa.

Si BMW ya hacía autos de tracción trasera divertidos de manejar como nadie, esa fórmula pasada al eje delantero debería ser igual. Hace unos cuatro años atrás pude comprobar eso con el MINI Hatch F56, el primer producto en estrenar esta plataforma (ver prueba). Fue un auto tan entretenido de usar que por varios momentos me olvidé de que estaba usando un “wrong wheel drive” como se le dice en broma a los “FWD”, porque se argumenta que el tren delantero tiene que doblar y traccionar al mismo tiempo.


Más acá en el tiempo me tocó usar un MINI Countryman, que no es otra cosa que un BMW X1 con sentido del humor en relación a su diseño. Un producto muy divertido de manejar, al punto que en cinco días me puse como meta registrarle una cifra de cuatro dígitos en su odómetro como recuerdo imborrable de que un SUV también puede ser una herramienta para crear sonrisas (ver prueba).

Por eso la idea de probar al X1 suena tan interesante. Más allá de que MINI tenga una cuota de entretenimiento al volante en todo lo que fabrica, BMW también le sabe poner un “mojo” a sus mecánicas y chasis para lograr la máxima diversión. La cuestión está en qué pasa cuando el impulso para conseguir eso deja de ser de atrás hacia adelante y pasa a ser todo hacia el frente. Lo sabrán dentro de unos días cuando puedan leer si la evaluación completa de esta segunda generación del X1.