Probamos al Hyundai Tucson Turbo: la excepción a la regla

martes, 16 de mayo de 2017



Evaluamos al Hyundai Tucson en su variante Turbo, equipada con el impulsor 1.6 T-GDi de 176 cv de potencia.
Durante cuatro días y por más de 800 kilómetros evaluamos a la novedad más reciente de la gama del Hyundai Tucson. Evaluamos a la versión 1.6 T-GDi con la mecánica turbo alimentada de 176 cv y transmisión automática secuencial de siete relaciones. Pero antes, el clásico adelanto.

Muchos años antes de que la motorización turbo del Hyundai Tucson (ver lanzamiento) llegara a nuestro mercado, la mera idea de que las dos marcas surcoreanas que tenemos en Uruguay (la otra es Kia Motors) tuvieran una mecánica con estas características era una utopía.

El discurso que estas dos empresas hermanas y socias daban en Uruguay era que desde la casa matriz no se confiaba en la -pobre- calidad de los combustibles refinados a nivel local. Ni Hyundai ni Kia querían tener filas de clientes con motores explotados por ponerle nafta que se asemejara más a un puñado de pedregullo molido más que a un derivado del petróleo.


Por ese motivo, es que se demandó por parte de las respectivas casas matrices que se enviaran estudios de combustibles locales y sus calidades con el fin de poder habilitar a los respectivos importadores locales a comercializar los últimos productos de ambas marcas.

En ambos casos un pedido imperioso, más en una época en la que los motores regidos por el downsizing están tomando por asalto al universo de las motorizaciones atmosféricas a nivel mundial. Al tener productos similares con improntas de diseño propias, tanto Hyundai como Kia tienen en sus gamas a un SUV compacto.


Para la primera tenemos al conocido Tucson, mientras que en el caso de su hermana, el nombre es Sportage. Al momento de ser presentadas las generaciones actuales en ninguno de los dos casos estaban habilitadas las motorizaciones con turboalimentación e inyección directa, por lo que la opción por default para ellos fue dotarlos de la misma mecánica perteneciente a la familia Nu, un 2.0 litros con 155 cv de potencia.

Autoblog había evaluado en su momento al Kia Sportage con este motor (ver prueba) y las conclusiones fueron que si bien era un impulsor correcto, carecía del torque, el refinamiento y la eficiencia que debería tener un producto de esta categoría. Y al compartir muchos elementos mecánicos con el producto de Hyundai, los conceptos podían ser trasladados al Tucson también.


Sin embargo mientras ambas empresas comercializaban este motor ya veterano, también en paralelo seguían negociando con fábrica para la habilitación de la importación de las motorizaciones nafteras turbo. Pero no solo a nivel local. También esto se extendía a mercados vecinos como Chile o Argentina.

Tras casi dos años de idas y venidas, finalmente Hyundai fue la primera en completar la homologación latinoamericana de una mecánica 1.6 T-GDi (turbo con inyección directa) de 176 cv de potencia para el Tucson. Su comercialización se inició en setiembre del año pasado a un precio de U$S 49.900 (ver lanzamiento).


En el caso de Kia Motors las negociaciones aún no culminaron, pero es de esperar que próximamente el Sportage también incorpore esta motorización. Mientras tanto el Tucson no solo se convierte en el primer modelo de Hyundai en usar un motor turbo naftero a nivel local, sino que también es el pionero dentro de los surcoreanos en ofrecer este tipo de mecánica.

Por ese motivo y con la excusa del nuevo motor es que luego de una larga espera finalmente pudimos probar a la tercera generación del Tucson por primera vez y con una unidad cero kilómetro que estrenamos haciéndole más de 800 km. El próximo jueves podrán leer el resultado de una evaluación que más que una prueba, podría ser la confirmación de que es la excepción a la regla mecánica surcoreana.