Agresividad, pero sin perder la elegancia. Esa es la receta aplicada en el exterior del RS7 de Audi |
Para competir nada menos que con los CLS 63 AMG y el recien lanzado M6 Gran Coupé, la marca de Ingolstadt presentó en Detroit a la variante más prestacional de su coupé de cuatro puertas, el RS7 Sportback. Debajo del capot, dice presente el 4.0 TFSI de 560 cv de potencia. ¿Más? Después del salto.
El representante de Audi en el selecto club de los coupés de cuatro puertas, recibió en Detroit el apellido RS, identificativo de los más radicales de la gama del fabricante germano. Los cambios, además del exterior, afectan -obviamente- a la mecánica y al interior. Comparte el corazón con la RS6 Avant, y comenzará a venderse en Europa en los próximos meses.
Vamos a empezar por el exterior. Como es habitual en los RS no se buscó disimular los 560 cv que hay debajo del capot, aunque sin caer en estridencias, el RS7 deja claro a simple vista que no estamos frente a un 3.0 TDi.
El frontal recibe un paragolpes y parrilla específicos, con detalles en negro satinado con el logo de la versión y la mítica inscripción quattro que tantos éxitos deportivos le significó a la marca del grupo VAG. Los faros son de LED como opción, y tienen un diseño que se diferencia de otros modelos de la gama Audi. Mide algo más de 5 metros de largo, y 2,1 m de ancho.
En el lateral, la sobriedad germana dice presente. La cintura es recta y marcada, con pocos detalles que corten la monotonía. El techo tiene una caida suave, para dar ese efecto coupé, y los cambios se limitan a las llantas de 20 pulgadas -o 21 como opción- y los retrovisores en aluminio mate.
La trasera, a mi parecer el punto más logrado del RS7 Sportback, también luce sobria, con apenas dos escapes ovalados en los extremos que se encargan del toque deportivo, junto al difusor en negro brillante. Se podrá elegir entre 10 colores de carrocería, además de la posibilidad de elegir uno personalizado por el programa Audi Exclusive.
El interior tampoco disimula que estamos frente a una variante deportiva, con un panel de instrumentos diferenciado, volante de tres radios en cuero con levas -achatado, está de moda- y asientos en combinación Alcántara/cuero. El ambiente es decorado por detalles en aluminio y fibra de carbono, para que no nos vayamos a olvidar que a unos pocos centímetros, habita un V8 de 560 cv.
Como es tradicional en los modelos más prestacionales de la marca, la tracción integral quattro es la encargada de transferir la potencia al asfalto. ¿Qué potencia? Los 560 cv provenientes del 4.0 V8 TFSI bi-turbo, que son acompañados además por 700 Nm de par a partir de las 1.750 rpm.
Como opción, Audi ofrece un escape deportivo, para quienes busquen un sonido más inspirador. Volviendo a los números, logra el 0-100 km/h en apenas 3,9 segundos, y 305 km/h de máxima con el dynamic package plus que elimina la limitación de 250 km/h. La caja es una Tiptronic de ocho velocidades, con modo secuencial.
¿El consumo? "Si lo preguntas es porque no lo puedes pagar" dijo alguien, pero igual lo voy a mencionar. En ciclo mixto, homologa 9,8 l/100 km, gracias en parte a la desconexión selectiva de cilindros, que permite que cuatro de los ocho cilindros se queden quietos cuando no son necesarios.
Por fuera y por dentro, carácter deportivo se combina con sobriedad germana
Vamos a empezar por el exterior. Como es habitual en los RS no se buscó disimular los 560 cv que hay debajo del capot, aunque sin caer en estridencias, el RS7 deja claro a simple vista que no estamos frente a un 3.0 TDi.
El frontal recibe un paragolpes y parrilla específicos, con detalles en negro satinado con el logo de la versión y la mítica inscripción quattro que tantos éxitos deportivos le significó a la marca del grupo VAG. Los faros son de LED como opción, y tienen un diseño que se diferencia de otros modelos de la gama Audi. Mide algo más de 5 metros de largo, y 2,1 m de ancho.
En el lateral, la sobriedad germana dice presente. La cintura es recta y marcada, con pocos detalles que corten la monotonía. El techo tiene una caida suave, para dar ese efecto coupé, y los cambios se limitan a las llantas de 20 pulgadas -o 21 como opción- y los retrovisores en aluminio mate.
La trasera, a mi parecer el punto más logrado del RS7 Sportback, también luce sobria, con apenas dos escapes ovalados en los extremos que se encargan del toque deportivo, junto al difusor en negro brillante. Se podrá elegir entre 10 colores de carrocería, además de la posibilidad de elegir uno personalizado por el programa Audi Exclusive.
El interior tampoco disimula que estamos frente a una variante deportiva, con un panel de instrumentos diferenciado, volante de tres radios en cuero con levas -achatado, está de moda- y asientos en combinación Alcántara/cuero. El ambiente es decorado por detalles en aluminio y fibra de carbono, para que no nos vayamos a olvidar que a unos pocos centímetros, habita un V8 de 560 cv.
Prestaciones para disfrutar en el circuito, la ciudad o la Autobahn
El RS7 no es solo una cara bonita, también es un deportivo de altas prestaciones. Equipa una suspensión neumática adaptativa 20 mm más baja que la de un A7 tradicional y frenos de discos ventilados, mordidos por pinzas de seis pistones. Para quienes se queden cortos, hay como opción unos carbocerámicos, más adecuados para quienes busquen un mejor rendimiento en circuito.Como es tradicional en los modelos más prestacionales de la marca, la tracción integral quattro es la encargada de transferir la potencia al asfalto. ¿Qué potencia? Los 560 cv provenientes del 4.0 V8 TFSI bi-turbo, que son acompañados además por 700 Nm de par a partir de las 1.750 rpm.
Como opción, Audi ofrece un escape deportivo, para quienes busquen un sonido más inspirador. Volviendo a los números, logra el 0-100 km/h en apenas 3,9 segundos, y 305 km/h de máxima con el dynamic package plus que elimina la limitación de 250 km/h. La caja es una Tiptronic de ocho velocidades, con modo secuencial.
¿El consumo? "Si lo preguntas es porque no lo puedes pagar" dijo alguien, pero igual lo voy a mencionar. En ciclo mixto, homologa 9,8 l/100 km, gracias en parte a la desconexión selectiva de cilindros, que permite que cuatro de los ocho cilindros se queden quietos cuando no son necesarios.