Prueba: Chevrolet Sail LTZ (Parte 1)

miércoles, 25 de septiembre de 2013



El Sail llega como un duro competidor para el segmento de los familiares, con destacada relación precio/producto.
Por cuatro días y cerca de 500 km, probamos a uno de los más recientes lanzamientos de Chevrolet en el mercado local. Un Sail LTZ vivió en el garaje de Autoblog, y nos acompañó en ciudad, ruta y caminos del interior del país. Análisis exterior, interior y mecánica, después del salto.

El Sail se presentó en China en 2010, como sucesor del archi-conocido Chevrolet Classic. Se fabrica en la planta que General Motors posee en Shandong, China, y se ofrece en el mercado local desde mediados de este año (ver nota).

En la gama local de Chevrolet, marca que últimamente apuesta todas sus fichas al segmento B con varios lanzamientos en los últimos tiempos en esa franja del mercado, se ubica en el espacio entre el veterano Classic y el Aveo G3 (ver nota). Durante cuatro días, pudimos conocerlo en profundidad.

EXTERIOR

Comencemos por los frios números. Mide 4.249 mm de largo -6 cm menos que el Aveo G3-, 1.690 mm de ancho y 1.505 mm de alto. La distancia entre ejes es de 2.465 mm. El diseño, como parece ser denominador común en el segmento, no busca generar amores ni odios: tan solo ser aceptado por una amplia gama de consumidores.


A pesar de esto, el exterior del Sail resulta, a gusto personal, agradable. El frontal muestra una acertada combinación entre curvas y rectas, con la tradicional parrilla doble de la marca del moño dorado. Los faros antiniebla son de serie en ambas versiones: LT y LTZ.

Las que no son de serie, son las llantas de aleación de 14 pulgadas con neumáticos en medida 175/65 R14, que quedan reservadas para la variante tope de gama. El lateral destaca por una cintura de marcada ascendencia, junto a una generosa superficie vidriada y los espejos ubicados en las puertas.


El paragolpes trasero -se agradecería una superficie de contacto- aloja los sensores de reversa, de serie en la gama Sail. Los faros son enormes, y se roban el protagonismo en una trasera sencilla y de trazos limpios. El baúl puede abrirse tanto desde el interior, como con la llave.

Detalle curioso: miren la matrícula, el ocho representa la buena suerte en China.

INTERIOR

Abrimos las puertas del Sail. A pesar de la ausencia de regulación en altura de la butaca, así como de reglajes del volante, solo con los movimientos tradicionales es fácil encontrar una posición al volante adecuada.


Tanto los materiales, utilizados como la calidad de terminaciones, se ubican en la media del segmento, con encastres correctos y algunos detalles positivos como portaobjetos con interior forrado y tapizados agradables a la vista como al tacto.

Se agradecerían detalles en tonos más claros, para romper con la monotonía del ambiente, así como levantavidrios ubicados en las puertas, y no en la consola central. Cabe destacar la presencia del techo eléctrico en la variante testeada, ítem inédito en el segmento y que aporta luminosidad al interior.


Por detrás del volante, algo plasticoso de más pero de buen grip, encontramos el panel de instrumentos, que combina elementos digitales y analógicos, como se hizo costumbre en Chevrolet. El velocímetro se une con tacómetro e indicador de combustible digitales, ambos de buen funcionamiento. Cuestión de gustos.

Se extraña la computadora de abordo, un elemento cada día más común y que ofrecen varios de sus rivales directos. La consola central aloja la radio con cuatro parlantes, conexión auxiliar y USB, de correcto funcionamiento. Por debajo de la misma, un portaobjetos forrado y los mandos del aire acondicionado y vidrios eléctricos.


Las plazas traseras son de los puntos más positivos del Sail. Amplias a lo alto como a lo ancho, se ven favorecidas por el piso casi plano, junto con el tanque de combustible ubicado en posición central (ver) y no abajo el asiento, lo que permite un espacio en su lugar para guardar objetos que necesitemos tener a mano (ver).

Hay dos cinturones de tres puntas, mientras que el central trasero es de tipo abdominal. Se agradece la presencia de anclajes ISOFIX y TopTether para sillas infantiles, más teniendo en cuenta que se trata de un modelo de -posiblemente- uso familiar. Los apoyacabezas son fijos, pero quedan a una buena altura.


¿Y el baúl? Tiene una capacidad de 370 litros. Suficientes, pero por debajo de -por ejemplo- los 506 litros del Renault Symbol. Cuenta con apertura interna, y aloja la rueda de auxilio: de misma medida y diseño que las titulares. Ojalá aprendieran sus hermanos de gama.

MECÁNICA

Debajo del capot del Sail, encontramos un impulsor inédito para la marca en la región, y todo un prodigio tecnológico si lo comparamos con sus competidores fabricados en el Mercosur, que conservan en su mayoría impulsores de dos válvulas por cilindro.


Se trata del S-TEC II de 1.399 cc con inyección multipunto, doble árbol de levas a la cabeza y cuatro válvulas por cilindro. Eroga de 102 cv de potencia a las 6.000 rpm, y un par máximo de 131 Nm a las 4.200 vueltas.

Este tetracilíndrico va asociado a una transmisión manual de cinco velocidades, permitiendo al Sail acelerar hata los 100 km/h en 11,9 segundos, y una velocidad máxima de 170 km/h. El consumo mixto homologado es de 5,9 l/100 km.


Este sedán de Chevrolet pesa 1.060 kg. Si pasamos al chasis, nos encontramos con suspensiones independientes tipo McPherson en el tren delantero y barra de torsión en el trasero. Los frenos son de discos delante y tambores detrás, asistidos por sistemas ABS y EBD.

Galería: Chevrolet Sail LTZ
Prueba: Chevrolet Sail LTZ (Parte 2)