Probamos al Land Rover Defender 110: no siempre el pasado fue mejor

martes, 15 de diciembre de 2020



Autoblog fue el primer medio en probar en Uruguay a la segunda generación del Land Rover Defender.


Durante cuatro días y por casi 1.100 kilómetros, evaluamos a la segunda generación del modelo más capaz y mítico del lineup de Land Rover: el Defender. Pocos productos pueden darse el lujo de tener una mística que perdura hace más de 100 años. ¿El nuevo podrá mantener eso? Te cuento a continuación.

El año pasado, cuando no había pandemia ni restricciones de viajar, pude asistir al último Salón de Frankfurt (ver cobertura). Fue un evento bastante triste en sí. No por ser la vez final que asistiría a tal evento, porque se supo que sería eso un par de meses después, sino por el hecho de que estaba en su edición más paupérrima. Pocas marcas presentes, un show deslucido en general, siendo que el de Frankfurt siempre era un evento fastuoso y magnánimo.

Para que tengan una idea, con 11 pabellones, ir de uno a otro implicaba subirse a un auto y manejar por unos diez minutos entre la multitud que decidía hacer ese trayecto caminando. A pie, esto tomaba el doble de tiempo. De ahí que hubiera shuttles para moverse de una punta a la otra del Frankfurt Messe, espacio donde se realizaba esta famosa muestra.

En ese último salón alemán, se presentó el último producto inglés que el mundo estaba esperando que se renovara hace décadas: el nuevo Land Rover Defender (ver nota). Si bien se presentaron otros productos en ese salón, nada ni nadie congregó tanto periodista como la revelación del L663, como se lo conoce bajo código interno. Eran días pre-pandemia, donde la gente se amontonaba como si un pogo de los Rolling Stones se tratase. Hoy en un mundo tomado por las presentaciones digitales, hasta nos parece lejano esto.

Los dos días siguientes a la revelación, el stand de Land Rover seguía acumulando a su alrededor seres humanos tratando de fotografiar, ver o tocar al nuevo Defender. Fue algo inédito y que jamás, en diez años de vivir de esto, volví a ver cosa igual. Ni siquiera en salones más multitudinarios, como el de Shanghái, por ejemplo (ver cobertura). Son recuerdos de una época que ya no volveremos a tener. La de asistir a muestras automotrices llenas de gente agolpada para ver productos uno o dos años antes de recibirlos por estos lares. Ahora es todo a distancia y no presencial. Digital is the new sexy.

Lo mismo sucede con el Defender en sí. Muchos estaban acostumbrados a ver en él un vehículo rústico, desprovisto de confort, incómodo para usar en asfalto o ciudades, y casi que despojado en exceso. Si bien se dejó de producir hace apenas unos años (ver nota), la concepción del producto seguía siendo en esencia la misma que lo originó en 1948. A muchos usuarios esto no les resultó jamás un problema. Otros, sin embargo, le demandaron siempre a este modelo más refinamiento. Es así que la marca decidió crear al Range Rover, hoy devenido en toda una gama de modelos más lujosos dentro de Land Rover.

El Defender, por su parte, siguió caminando por un trillo más embarrado que sus otros hermanos de gama. Pero en la segunda generación (ver lanzamiento), pasó a ser un producto bastante más refinado, adaptado a los tiempos que corren. Hay suspensión neumática de serie, sistemas multimedia con instrumentales digitales, transmisiones automáticas, variantes híbridas y micro-híbridas, asistencias a la seguridad y tantas otras soluciones para la vida moderna. Ah, y lo más importante: chasis autoportante en lugar de largueros.

Al igual que los salones del automóvil, el Defender dejó de ser tan analógico y pasó a ser un poco más digital. Es cierto que muchos reniegan del avance de las cosas en general. El infame y remanido "todo tiempo pasado fue mejor". Pero no soy de esos. No extraño para nada a los eventos donde tenías que reventar a codazos al tipo que tenías parado al lado para hacer una foto. Mucho menos tener que viajar en un avión apretado durante 14 horas solo para ir a apretarse con más gente desconocida una vez que llegaras a destino. Este año fue una bendición en ese sentido.

Con el Defender me pasa lo mismo. Mi abuelo materno supo tener un Land Rover Santana 90, es decir, la versión producida por la firma española Santana Motor en el municipio español de Linares desde el año 1958 hasta el año 1994. El de mi abuelo era un 1988, mismo año en el que nací, carrocería verde con el techo blanco. Le tengo muchísimo cariño a los Land Rover desde que me subí por primera vez a ese todoterreno. Y a los off-roaders en general. Pero era incómodo, se llovía por el techo y las puertas, te morías de frío o de calor porque no había calefacción y ni siquiera tenía radio.

Los tiempos avanzan y todo tiende a mejorar, como verán. No solo en la vida, sino también en el universo de los autos. Es cierto, siempre estarán los trolls de Internet y los puristas (a veces son la misma gente incluso) que dirán que este Defender ya no es el de antes, que luce más "urbano" y menos "rudo", que Land Rover "se ablandó" y tantas otras apreciaciones sostenidas en la nada misma.

Dudo que la marca inglesa por antonomasia en el departamento de los off-roaders haya hecho un esfuerzo titánico por arruinar a su vehículo más representativo. Lo dudo con convicción. Si bien todavía no puedo adelantar nada del análisis, pues quiero que lo lean dentro de unos días, de todas formas soy un convencido de que no siempre el pasado fue mejor. Y en los papeles, esta segunda generación del Defender parece darme la razón. Tendrán que ver en la prueba completa si al final, esto se hace efectivo.