Probamos al BMW Serie 5: los siete pecados alemanes

martes, 22 de agosto de 2017



Probamos al capítulo más nuevo de la historia del BMW Serie 5, su séptima generación.
Hace algunas semanas atrás pasó por nuestro garage la séptima generación del BMW Serie 5. Durante cuatro días y por más de 820 kilómetros evaluamos a la última evolución de esta icónica berlina ejecutiva alemana. Pero antes de conocerla a fondo, un adelanto de la prueba completa.

Siete. Un número que tiene tantas interpretaciones como ideas asociadas. Son las maravillas del mundo (antiguo y moderno), hay películas que juegan con él en sus títulos ("Seven", "Siete años en el Tibet", "Siete Almas", "Los siete magníficos"), para otros es un número mágico de la suerte, es la cantidad de días de la semana, la cantidad de vidas de un gato en la creencia popular, las notas musicales, la cantidad de mares que debía atravesar un capitán para ser respetado, los colores del arcoiris y la cantidad de artes contemporáneas, de arcángeles y la más famosa de todas, la de pecados capitales.

Como bien sabrán, estos son: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia. Y hacía mucho tiempo que no me tocaba probar un producto que combinara a todos ellos en sensaciones. Curiosamente, tiene cierta relación con ese número tan especial, porque se trata de la séptima generación del BMW Serie 5 (ver lanzamiento). Porque además lo tuve en mi garage hasta el último día del séptimo mes del año, o sea, julio y comparte la plataforma con la Serie 7.


Pero como soy periodista y no numerólogo, me puse a pensar en la cantidad de coincidencias entre las sensaciones de uso de este 530i que ven en imágenes con los siete pecados capitales. Arranquemos por la "lujuria". Esa palabra viene del latín luxus ("abundancia", "exuberancia") con la misma raíz etimológica que "lujo". No hace falta que aclare que BMW es una marca que cumple con eso desde hace años, y el Serie 5, todavía más. Y ni que hablar en este nivel "Luxury Line" evaluado.

Siguiendo con la "envidia", es posible que más de uno de los que estén leyendo este texto la sientan por aquellos que puedan tener este producto en su garage. Esto hará que les provoque la "ira" de no poder acceder a uno ni tampoco de llegar a tener un presupuesto para mantenerlo funcionando y en estado óptimo. No se preocupen, no están solos. A mi me pasó lo mismo usándolo y al igual que muchos de ustedes, mi sueldo no puede cubrir ni una óptica delantera de este producto.


Sigamos con la "soberbia". Deriva del del latín superbia y es un sentimiento de valoración de uno en relación a los demás. Y el Serie 5 hace eso en quien lo usa. Uno se siente que va en algo por encima de la media del resto de los conductores.

Por la forma en la que el habitáculo está terminado, por el buen gusto que abunda y la calidad de todo lo que uno toca, huele o mira. Es un producto para malcriar de la mejor forma la satisfacción de la propia vanidad, del yo (desde un punto de vista psicológico) o del ego.


Tanto la "avaricia" como la "gula" forman parte de la naturaleza del Serie 5 también y van de la mano. Porque cuanto más lo usás (gula), más ganas te dan de no prestárselo a nadie (avaricia). Si bien existe un Serie 7 por encima del 5, es un modelo para ser conducido más que para conducirlo. Por eso dentro de la gama BMW, el Serie 5 es el pináculo de ese último concepto.

¿Y dónde entra la "pereza" en todo este texto pecador? Acá, al final. Porque es lo que generó en mí devolvérselo a BMW tras cuatro días de uso y más de 820 kilómetros a bordo. Y también porque es el cierre de esta nota antes de comenzar a escribir la prueba de este 530i Luxury Line que ustedes podrán leer dentro de unos días más.