Nos subimos al Mégane III, el último lanzamiento de Renault en nuestro mercado. |
Tras la desaparición del Renault 19, en 1995 se presentó en Europa al Mégane. Este modelo, dos años más tarde tocaba tierras del Mercosur, con dos orígenes: las versiones hatchback y sedán, eran fabricadas en Córdoba, Argentina, y las coupé -y en menor cantidad- y cabriolet, venían desde el viejo continente.
La segunda evolución del modelo entró en el mercado mundial en 2001, con un diseño bastante rupturista, en especial con las variantes hatchback de tres y cinco puertas. Este Mégane II no llegó a Uruguay hasta 2007, pero solo en versión tricuerpo made in Mercosur, más precisamente en Brasil. Su impacto en el mercado fue menor al de su antecesor, producto de la demora, y por algunos faltantes de equipamiento que tenía frente a rivales más modernos.
Tanto tardó el Mégane II en llegar, que mientras acá arrancaba su vida comercial, en Europa al año siguiente ya veía la luz la tercera generación. Sin embargo, no sería hasta este 2013 que lo veríamos en Uruguay al Mégane III. En Uruguay se lanzó a mediados de agosto, proveniente de la planta de Bursa, Turquía (ver lanzamiento) en dos versiones, dos con caja manual o automática continuamente variable CVT, ambas con el nivel de equipamiento Privilège Plus.
Autoblog probó al Mégane III en su variante Privilège Plus con caja manual, que se comercializa a un precio de 34.600 dólares, y equipa el ya conocido motor M4R, de 2.0 litros y 143 cv, asociado a una transmisión de seis relaciones. La garantía es de 2 años o 50.000 km.
Vale aclarar que la unidad evaluada correspondía a la variante Privilège, que se ofreció en preventa, y que frente al Privilège Plus que ahora se comercializa, carecía de tapizados en cuero, butaca del acompañante regulable en altura, y controles de tracción y estabilidad. El resto es idéntico en ambas versiones.
EXTERIOR
Previo a analizar el diseño del Mégane III, vale la pena mencionar que este modelo no es el original, sino que estamos ante la Fase II, con luces diurnas LED, nuevos paragolpes y llantas, que se presentara a mediados del año pasado en Europa (ver nota). Si bien no es una estética rupturista como supo ser el Mégane II de cinco puertas, esta tercera generación busca un planteo más clásico y conservador, aunque de todas formas es agradable.
En el Salón de Frankfurt de este año, recibió un segundo facelift, que seguramente veremos por acá en algún momento del 2014 (ver nota) y que en lo único que cambia frente al que probamos, es que lleva una trompa que sigue el estilo estrenado por el nuevo diseñador de la marca, el holandés Laurens van der Acker. El resto es igual.
Aunque es un modelo que nació hace ya cinco años, el Mégane III se mantiene bastante fresco dentro del segmento, y debo reconocer, que el frente de esta Fase II está bastante más lograda que el que llevaba en 2008. Respecto a aquel, ahora cambia el paragolpes delantero, con una nueva disposición de elementos, y las tan populares por estos días, luces diurnas LED, que resaltan la base de los grupos ópticos en la noche.
Lleva unas atractivas llantas de aleación de 17 pulgadas, denominadas "Pragma", sobre neumáticos marca Continental ContiPremiumContact2 en medida 205/55 R17. El sector trasero lleva generosas ópticas que invaden el baúl, y la luneta va bien arriba, perjudicando bastante la visual hacia atrás. En el paragolpes hay prácticos sensores de estacionamiento para contrarrestar la visibilidad comprometida.
Si pasamos a las dimensiones de la carrocería, mide 4.295 mm de largo, 1.808 mm de ancho, 1.491 mm de alto y cuenta con una distancia entre ejes de 2.640 mm. En comparación con su hermano tricuerpo, el Fluence, es 323 mm más corto, 1 mm más angosto, tiene 62 mm menos de entre ejes, pero hay 12 mm más de alto en el hatchback.
INTERIOR
Negar el parecido de interiores entre los Fluence y Mégane III es casi como decir que Clark Kent y Superman son dos personas diferentes. Se respira un ambiente a déjà vu de cuando me tocó manejar hace ya dos años -cómo pasa el tiempo- al sedán cordobés (ver prueba).
La sobriedad sigue siendo uno de los principales factores en la familia de berlinas compactas de Renault. En este Mégane de origen turco, hay que sumarle la buena calidad de materiales y encastres que presenta. Hay varios plásticos acolchados, y solo algunos rígidos, así como tampoco hay ruidos a piezas mal ajustadas ni nada que parezca que se va a romper en poco tiempo.
A la hora de sentarse al volante encontramos un abanico variado de regulaciones. La butaca es generosa en recorrido a lo alto y largo, así como también de la columna de dirección. Los asientos delanteros no tienen mucha sujeción lateral, pero son bastante cómodos de todas formas, con un mullido firme que no cansa el cuerpo. Ambos cuentan con ajuste en altura, y el del conductor suma una regulación lumbar.
La pedalera está bien, a no ser por el embrague, que carga con una característica muy francesa: el recorrido largo. El volante va revestido en cuero y cuenta en los radios con los mandos del cruise control, mientras que por detrás, van los de radio y telefonía.
El instrumental es uno de los diferenciales frente al Fluence. Es del tipo combinado, con tacómetro analógico mientras que velocímetro, y medidores de combustible y temperatura de agua, van en formato digital. Son claros en su lectura, con una iluminación entre violácea y blanca, bastante atípica. A la derecha tiene otro display, en donde se ven las funciones de la computadora de a bordo.
Al centro de la consola, mismo panorama que en cualquier Fluence que no sea el Turbo, que trae GPS. Una pantalla convencional monocromática desde donde se ven las funciones del equipo de audio -con un sistema de sonido Arkamys 3D de buena calidad sonora- y la conectividad Bluetooth para música y el teléfono celular. Por debajo está el climatizador automático de dos vías y el teclado de la radio, todos elementos ya vistos en el tricuerpo del rombo.
Abajo del todo está el botón de encendido/apagado, que trabaja con la famosa tarjeta llave de Renault. En el caso del Mégane trabaja por proximidad, es decir, uno se acerca con la misma en el bolsillo y al pasar la mano por el tirador de la puerta se desbloquea el auto, se sube, aprieta el botón y listo. Al bajarse y caminar lejos del auto, se cierra sin usar las manos, como deberían ser todos los sistemas keyless.
Cuando toca pasar hacia atrás, es donde se ve el punto más conflictivo de todo el auto. Las plazas posteriores son bastante justas a lo alto, incluso para personas que superen el metro setenta, aunque la situación mejora levemente a lo largo. La plaza central no mejora, obviamente, y es aún más ajustada en esas cotas, pero a lo ancho permite que tres adultos viajen solo en un tramo corto. Para destacar como bueno, hay cinturones de tres puntas y apoyacabezas para todos, y los más chicos tendrán Anclajes ISOFIX y TopTether para sus sillas. Otros detalles, hay salidas de aire acondicionado traseras y luces de techo.
El baúl ofrece 368 litros de capacidad, ampliables hasta los 1.125, abatiendo los respaldos traseros en proporción 60:40. El auxilio está no solo mal ubicado, porque va en una jaula por fuera del habitáculo, sino que además es del tipo temporario, en medida 205/65 R15. Increíblemente no es una rueda tipo "galleta", pero tanto la misma como el manual del auto, declaran que admite solo una velocidad máxima de 80 km/h, así que es de uso provisorio.
MOTOR
Mecánicamente lleva el impulsor conocido en el Fluence, por ejemplo. El M4R de 1.997 cc de cilindrada, doble árbol de levas a la cabeza, 16 válvulas y una potencia de 143 cv a las 6.000 rpm, y un torque máximo de 195 Nm a las 3.700 vueltas. Esta mecánica, como ya dije, va asociada a una manual de sexta, como es el caso de la unidad probada, o a una automática secuencial tipo CVT, con opción de seis relaciones manuales.
Hace casi dos años ya había manejado al Fluence CVT con este motor de origen Nissan (ver prueba) y la sensación que me dejó fue exactamente la misma en el Mégane. Es un impulsor extremadamente silencioso haciéndose escuchar solo arriba de las 5.000 vueltas, y con una entrega progresiva de la potencia ante las demandas del conductor.
A bajas vueltas es sereno, mientras que en la escala media y alta del tacómetro, como buen motor atmosférico, es donde se encuentra más a gusto, con una respuesta digna de la cilindrada y potencia que declara. El 2.0 mueve con soltura a una carrocería algo excedida de peso para un hatchaback, y termina entregando una más que digna cifra de 9,5 kg por caballo. Las prestaciones también son prueba de ello.
A bajas vueltas es sereno, mientras que en la escala media y alta del tacómetro, como buen motor atmosférico, es donde se encuentra más a gusto, con una respuesta digna de la cilindrada y potencia que declara. El 2.0 mueve con soltura a una carrocería algo excedida de peso para un hatchaback, y termina entregando una más que digna cifra de 9,5 kg por caballo. Las prestaciones también son prueba de ello.
Renault declara una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos, y una velocidad final de 200 km/h. Su peso en marcha es de 1.358 kg. Los consumos son, también según fábrica, de 11 l/100 km en ciudad, que bajan a unos 6,2 en ruta, y 8 litros cada 100 km en ciclo mixto.
En nuestras mediciones sorprendentemente no nos alejamos tanto de lo que declara fábrica, con 11,5 l/100 km en ciudad, y 10 litros cada 100 en ciclo mixto. Es decir, lo esperable para un auto de esta potencia y peso. El depósito de combustible tiene una capacidad de 60 litros.
Galería: Renault Mégane III Privilège Plus