Probamos a la segunda generación del Mercedes-Benz GLE Coupé, en este caso, la variante preparada por Mercedes-AMG, denominada 53. Se trata del primer escalón a la gama prestacional de este producto, aunque de todas formas se despacha con un impulsor 3.0 seis cilindros bi-turbo con 435 cv y 520 Nm.
Como muchos recordarán de sus épocas estudiantiles, “La Divina comedia”, es un poema escrito por Dante Alighieri. Allí se relata el viaje de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, guiado por el poeta romano Virgilio. Ellos van pasando por los círculos infernales y el resto, creo que forma parte del acervo popular, así que no vale la pena explayarse mucho más, porque esto no es un blog de literatura.
Desde hace años, vengo transitando mi propio infierno. No literal, como Dante, sino metafórico: todo lo que tengo disponible para probar son SUVs. No son santos de mi devoción ni por asomo. Hay una cierta homogeneidad en sus conceptos básicos que los hacen ser poco interesantes, mundanos y hasta faltos de personalidad. Pero hace algunas semanas me topé con uno que rompe un poco con ese patrón y se convierte en su propio universo infernal. Refiero al Mercedes-AMG GLE 53 Coupé (ver lanzamiento).
En este momento es pertinente repasar un poco cuáles son los círculos del infierno de Dante, porque probando este GLE Coupé siento que los estuve atravesando. El primero es el “Limbo”. Allí no sabría decir si me gusta o no el diseño con esa silueta tipo fastback. Los SUVs de este tipo, no me atraen. Pero este GLE me parece agresivo, bruto, imponente. Y eso me termina gustando un poco. O no. Tiene carácter.
El segundo círculo es el de la “Lujuria”. En lo personal, si bien un buen V8 o V12 de AMG suenan muy bien, un seis en línea también considero que es un sonido bastante sexy. Pero también es un impulsor poco frugal. Allí es donde entra el tercer círculo, “Gula”. Es un producto insaciable pero también lo es utilizarlo. Siempre te deja con ganas de más. Y de querer usarlo todo el tiempo. Por eso uno termina cayendo irremediablemente en el cuarto círculo: “Avaricia”. No quiero compartirlo. Quiero usarlo solo.
Pero usarlo mucho tiempo, induce a llegar al quinto círculo, “Ira y Pereza”. Me enoja que el combustible sea tan caro y pese a eso, de todas formas me dio fiaca devolvérselo a Mercedes-Benz. Es cierto, es una “Herejía” (sexto círculo, sigan contándolos) llamar “coupé” a un SUV con silueta “fastback”. También genera “Violencia” (séptimo) y sensación de “Fraude” (octavo) entre los más puristas de la marca, saber que esto es un “AMG light”, al no tener un motor firmado por ningún operario en Affalterbach.
Es cierto, todas esos círculos los atravesé probando este producto. Y llegué al noveno. En donde la “Traición” anuló todo. Según mis principios no debería parecerme atractivo un SUV deportivo y tipo fastback, que dice ser un AMG pero tiene un seis cilindros -a lo BMW, le guste a quién le guste- en lugar de un V8 o V12, que cuesta lo mismo que un apartamento y es igual de pesado que uno. Pero la verdad, es que me pareció una combinación tan bizarra, que terminó siendo inolvidable. El análisis, este viernes.