Probamos a la Honda Ridgeline: una navaja suiza hecha pick-up

lunes, 28 de noviembre de 2016



Durante cuatro días y más de 630 kilómetros probamos a la segunda generación de la Ridgeline, la pick-up mid-size de Honda
Durante cuatro días y por más de 630 kilómetros evaluamos a la segunda generación de la Honda Ridgeline, la pick-up mid-size de la marca japonesa. Nos subimos a la única versión disponible en nuestro mercado por ahora, pero para ver la prueba completa habrá que esperar. Hoy, el adelanto.

Hace casi un año atrás en el lanzamiento de una pick-up, la marca (que no viene al caso) nos regaló a los periodistas una navaja Victorinox, más conocida como la "navaja suiza" por definición. Como pasa con otros obsequios que me han hecho en eventos parecidos, nunca la usé. No porque no me gustara, es más, me parecen objetos geniales, sino porque no he tenido la oportunidad de usarla.

Justamente, las pick-ups, al igual que las navajas suizas, son herramientas de trabajo y objetos de estatus a la vez, pero también en función de su precio podrán dar más o menos utilidad así como más o menos lujo. Una Victorinox Classic (de las más básicas) solo tiene una hoja de navaja, lima y un alicate. Las más caras incluyen hasta ocho funciones e incluso un aplique de un gramo de oro grabado por la Union Bank of Switzerland (UBS) en su cubierta.


Una pick-up básica solo te permite llevar gente y carga en la caja, nada más. Una de lujo además de eso te da un techo solar eléctrico, butacas con calefacción, un sistema multimedia que se hermane con un smartphone de U$S 1.000, sistemas de seguridad como frenado automático o alerta de punto ciego, etc. Y también mucho estatus, claramente, en especial cuando te ven llegar al barrio con semejante chata como le dicen los argentinos.

El mercado local tiene exponentes de todo tipo de pick-ups, pero solo a una le cabe tan bien el mote de "navaja suiza suiza hecha pick-up" y es la Honda Ridgeline. ¿Por qué? Porque dependiendo de quién la use puede ser un vehículo para trabajo o de estatus. Ojo que vale lo mismo para sus dos rivales, las RAM 1500 o Ford F-150, pero en el caso del producto de Honda, agrega ese extra que es la practicidad explotada al máximo. Como las herramientas suizas de bolsillo.


Por ejemplo, el asiento trasero se pliega contra el respaldo para llevar objetos altos (como plantas o bicicletas) adentro de la cabina, la caja de cargas tiene un tomacorriente para enchufar herramientas o electrodomésticos, el portón trasero tiene doble apertura (hacia abajo o tipo tranquera), debajo de la caja tiene un baúl con cerradura a prueba de agua y tierra, y podría seguir enmarando soluciones que suman a la usabilidad de un producto pensado inicialmente como un habitáculo con una caja detrás.

Si bien la primera generación de este producto (ver lanzamiento) no tuvo gran aceptación a nivel mundial, especialmente por su diseño poco convencional, esta segunda (ver lanzamiento) aprendió de esto y pasó a tener un estilo más conservador, pero manteniendo esas características que la hicieron merecedora de un lugar entre las pick-ups mid-size en Norteamérica y otros mercados en donde se comercializa.


También es un objeto de lujo. Con un precio de venta para contribuyentes de IRAE/IMEBA de U$S 65.758, no es precisamente un vehículo para todo el mundo. Pero también recordemos que una pick-up mediana tope de gama ronda ese precio también e incluso hay casos en los que se supera con holgura ese número.

Por todo esto es que si bien no es la más popular de nuestras calles y caminos, la Honda Ridgeline es un espécimen interesante para analizar en detalle. Y el próximo viernes podrán leer la evaluación completa que le realizamos a esta navaja suiza. Perdón, a esta pick-up norteamericana de una firma nipona.