Sus líneas futuristas lo convierten en un potente imán de miradas en el tránsito montevideano. Foto BR1 | Photography |
El downsizing es, por el momento, la forma más común de mejorar la eficiencia y disminuir emisiones, pero General Motors buscó ir un paso adelante. Crearon un eléctrico, pero sin el principal problema de este tipo de propulsión: la autonomía limitada.
Partiendo de la premisa de que en los Estados Unidos un 80% de los conductores manejan menos de 50 km por día, desarrollaron un vehículo que superara esta cifra en modo eléctrico, pero con un generador que permita viajar sin depender de los enchufes.
No solo es eso. Durante cuatro días y más de 400 km se convirtió en el auto más ecológico que durmió en el garaje de Autoblog. Y más exclusivo que una Ferrari -sin ofender a sus dueños- o un Bugatti: este Volt es el único que recorre los caminos sudamericanos.
Exterior
Voy a resumirlo en una frase digna de niño de cinco años: el Volt parece una nave espacial. Mide 4,3 metros de largo, 1,8 metros de ancho y apenas 1,3 metros de alto. Para tener una referencia familiar, es casi 30 cm más corto que un Cruze, apenas más ancho, pero casi 20 cm más bajo.
El frontal, gracias a un despeje casi-nulo, logra que el Volt se vea más ancho de lo que realmente es. Los faros, futuristas -como el resto del auto- integran las luces diurnas de color azul: todo un llamador de atención. La parrilla cerrada, está dividida por una barra con el moño dorado, y el paragolpes integra los sensores de estacionamiento.
De costado, la cintura recta con un aplique en negro satinado, se encarga de dar el toque refinado y moderno, junto a la silueta Kammback habitual en los eléctricos/híbridos, que colabora en lograr un coeficiente aerodinámico Cx de apenas 0,28.
El acento yankee corre por cuenta de las llantas cromadas de 17 pulgadas. El techo es de un material que parece vidrio, y que se repite en la trasera cubriendo la tapa del baúl. Siguiendo hacia atrás, la luneta partida es todo un acierto en términos de diseño, pero resta visibilidad.
La trasera es rara pero agradable, con faros horizontales en posición elevada y la luz de reversa junto al antiniebla, ambos ubicados en el paragolpes, con un diseño que recuerda al de los Fórmula 1. Un estudio reciente de J.D Power lo ubica como el compacto más atractivo del mercado norteamericano. Argumentos no le faltan.
Interior
Abrir la puerta del Volt es como preguntar hace algunas décadas como imaginaban los autos del futuro. Lineas modernas y sofisticadas, pantallas por doquier y un ambiente que no deja indiferente ni a ese conocido que piensa que bóxer es solo una raza de perros, o que Pininfarina es el dueño de un restaurante italiano.
La calidad no es de las mejores, con plásticos blandos que brillan por su ausencia, y algunos materiales de tacto mejorable, pero todo se olvida fácilmente. El tablero simétrico del Volt, que se integra a los paneles de puertas con una trama futurista, se aleja del común del segmento.
La consola central en blanco, es táctil, con apenas algunos botones tradicionales: el arranque, el selector de modo de conducción, el freno de estacionamiento eléctrico y algunos pocos más. Cuesta acostumbrarse al principio a que no haya nada que apretar, pero se supera con el uso.
La pantalla -también táctil- ubicada en el centro, informa datos tales como la autonomía, eficiencia energética, equipo de audio, y el trayecto de la energía en tiempo real, todo con gráficos y sonidos agradables y futuristas -sí, voy a seguir usando ese adjetivo-.
La segunda pantalla, que funciona en la práctica como el panel de instrumentos, tiene un velocímetro digital, la información de la completa computadora de abordo y autonomía. Además de una pequeña -y adictiva-bolita verde, de la que les hablaré más adelante.
Nadie es perfecto. Las plazas traseras del Volt, además de ser sólo dos debido a la disposición en forma de "T" de la batería, son justas en espacio para las piernas. En altura, quienes superen los 1,80 m, deberán acostumbrarse a ir con la cabeza apoyada, pero no en el techo, sino en la luneta.
El baúl tiene una capacidad de 310 litros, y aloja un kit para reparar pinchaduras con compresor de aire, junto al cargador portátil.
Mecánica
Debajo del capot del Volt conviven tres motores. Dos son eléctricos -uno principal y un segundo auxiliar- con una potencia máxima de 150 cv y un par de 370 Nm disponibles desde el vamos, como buen eléctrico. Están asociados a una transmisión continuamente variable CVT y son los encargados de mover las ruedas delanteras.
La transmisión tiene dos modos: Drive -funciona como automático tradicional- y L, en el que al apenas soltar el acelerador se siente al motor reteniendo energía para enviarla a las baterías, como si tuviéramos una marcha baja engranada.
A su vez, estos modos pueden combinarse con varios perfiles de conducción. En Normal funciona como un eléctrico tradicional. Si pasamos a Mountain, el motor de combustión se enciende con mayor frecuencia para cargar las baterías. ¿Y el Sport? Es increíble, más adelante les cuento.
Funcionando solo con la electricidad proveniente de sus baterías de iones de litio, puede recorrer según GM 60 km, a los que se le agregan 550 km gracias al tercer motor. Se trata de un 1.4 Ecotec de 85 cv.
Usa un esquema de suspensiones tipo McPherson en el tren delantero, y semi-independiente con barra de torsión en el trasero. Los frenos son de discos en las cuatro ruedas, y la marca declara un peso de 1.730 kg.
Entonces ¿tiene un motor de combustión y otro eléctrico pero no es híbrido? Exactamente. La marca se basa en que el 1.4 nunca envía su potencia directamente a las ruedas, sino que es solo un gran alternador que carga las baterías. ¿Es cierto? Lo sabrán en la próxima parte del contacto.
En ciudad
Pasear en el Volt por Montevideo es todo un espectáculo, o una pesadilla para quien busque pasar desapercibido. En cada semáforo las miradas se clavan en su carrocería blanca perlada, lo mismo que pasa si decidimos recorrer la rambla o el centro en horas pico.
Algunos solo miran, pero hay varios que van mas allá. Curiosos preguntan por qué se mueve con tanto silencio, otros felicitan al propietario, y son muchos los que reaccionan con comentarios entre los que recuerdo un "Pah, alta nave pariente", "Mirá ese Cruze" y el mejor: "Uh, es el que usó la Kirchner".
Dejarlo estacionado por unos minutos, significa que al regresar, vamos a encontrar varias manos marcadas en el vidrio. Es el auto más llamativo que me tocó manejar. Tímidos: abstenerse.
El primer contacto con el auto sorprende. Es distinto a cualquier otro modelo tradicional, y nos los hace saber desde el principio. El arranque se anuncia con un sonido y un gráfico en la pantalla. No hay ningún ruido proveniente del motor. Es más, al principio es común bajarse y dejarlo prendido.
Responde con agilidad al mínimo llamado al acelerador, y su posición de manejo baja y encajonada por la batería, recuerda a la de un deportivo. Durante los primeros días tuve una guía de lujo para la conducción eficiente: una pequeña bolita verde en el tablero.
¿Cómo es esto? El juego consiste en mantenerla de ese color, y en el centro de una escala. Si aceleramos de forma brusca, baja y se pone roja, lo mismo -hacia arriba- ocurre si saltamos sobre el pedal de freno. Durante tres días fui todo un hypermiler, cuidando el acelerador, sin usar la climatización y con los vidrios cerrados para lograr el mejor consumo. Las cosas que hago por ustedes.
Manejar el Volt en ciudad es una fuente inagotable de sentimientos encontrados. Es cómodo y tan silencioso, que el regreso a un auto con motor a combustión nos hace sentir en la sala de máquinas del Titanic.
También es increíblemente ágil, y sabe mimar al conductor con ítems como los asientos calefactables, los sensores de reversa -junto con una cámara- y una dirección liviana en maniobras urbanas. Pero no está hecho para Montevideo.
Su despeje es tan reducido, que sentimos rozar el babero de goma en absolutamente todos los lomos de burro -es conveniente cruzarlos en diagonal-, y no puede guardarse en la mayoría de los garajes tradicionales. Todo sea por la aerodinámica.
En ruta
La suspensión es firme, y totalmente contraria a lo que nos tienen acostumbrados los fabricantes norteamericanos a la hora de configurar un compacto. Esto, junto a un reparto de pesos que se ve beneficiado por las baterías, hacen del Volt un rutero incansable.
Es estable a cualquier velocidad -está limitado a 160 km/h-, la dirección se muestra precisa, no siente los vientos cruzados. Recupera y acelera como un campeón. La marca declara 9 segundos para alcanzar los 100 km/h.
Y me faltó un detalle. El sonido proveniente de la rodadura puede compensarse fácilmente desde el mando central de la consola, que acciona el sistema de sonido firmado por Bose con seis altavoces, un disco duro de 30 GB y conexiones auxiliares. Un deleite para los oídos, a falta de un V8 y su grueso ronquido.
En modo Sport, el Volt es otro auto, y se olvida -no del todo- de la ecología. El acelerador es más rápido, y nos pega al tapizado de cuero con una fuerza que varios pseudo-deportivos envidiarían. Esta sensación se ve acentuada por el ligero zumbido que emite el motor eléctrico cuando es exigido.
Equipamiento y seguridad
El equipamiento de seguridad del Volt incluye seis airbags, control de estabilidad StabiliTrak, frenos ABS, anclajes LATCH y TopTether para sillas infantiles, cuatro cinturones de tres puntas, monitoreo de presión de los neumáticos, luces diurnas LED y radar de reversa entre otros ítems. Obtuvo cinco estrellas en las pruebas de EuroNCAP (ver).
También ofrece climatizador automático, tapizado en cuero, asientos delanteros calefactables, control de velocidad crucero, pantalla táctil de siete pulgadas, sistema de audio de alta fidelidad Bose con reproductor de DVD/MP3/CD/AUX y disco duro de 30 GB, retrovisores eléctricos calefactables, llantas de 17 pulgadas
¿Por qué no está a la venta en Uruguay? ¿Cuánto es el consumo real? ¿Cuánto cuesta cargarlo? Todo esto y más, en la segunda parte del contacto.
Producción fotográfica | Autoblog, BR1 | Photography