El día que Autoblog aspiró a ser chofer de Uber

miércoles, 4 de noviembre de 2015



Uber está llegando a Uruguay. Y nos hicimos pasar por potencial chofer para entender su mecánica y clientela.
Mucho se ha hablado en los medios esta semana sobre la llegada de la empresa Uber a Uruguay. Por eso nos hicimos pasar por potencial chofer y a continuación intentaremos entender quiénes podrían ser los que tengan este puesto, y si una idea así tiene cabida en nuestro país. Editorial, tras el salto.


"Uber le va a sacar el lugar a los taximetristas", "Uber se va a llevar la plata de la gente que trabaje para ellos", "Uber en realidad está financiado por cultos satanistas de Bangladesh que devoran bebés pandas por las noches de luna llena", y otras declaraciones menos disparatadas que esas, pero igual de apocalípticas que esas se han escuchado en los medios durante la última semana.

Es tal el interés (o la curiosidad) que hay en esta empresa, que en su web ya tienen más de 2.500 intenciones de formar parte, y creo que no queda un solo medio que no haya escrito una nota sobre el tema. Cierto, uno sí quedó afuera: Autoblog. Hasta ahora.

Para arrancar con lo básico, ¿qué es Uber? Se autodefinen como una empresa de tecnología asociada al transporte público ciudadano. Fue fundada en San Francisco en 2009 por un grupo de amigos que salían juntos a tomar una y no encontraban taxis de noche. Entonces se dispusieron a usar sus propios autos para llevar a otros amigos a sus casas, bares, o donde precisaran ir. Luego se dieron cuenta que podría hacerse un negocio en base a eso, y el resto es historia conocida. El sistema trabaja mediante una app que se combina con tu tarjeta de crédito, así se elimina el intercambio de dinero físico, algo similar (aunque no idéntico) a Easy Taxi, por ejemplo.

Para saber un poco más sobre la mecánica de este servicio, la empresa citó por correo electrónico a aquellos que se inscribieron en la página de la empresa. La idea era dar charlas de una hora y media en cuatro sesiones repartidas en dos días, donde asistirían los interesados en formar parte de Uber Uruguay. Y Autoblog fue a una de esas conferencias. Pero no como medio, sino como aspirante al cargo. Casi como una entrevista de trabajo, solo que sin intención de quitarle el puesto a nadie.


Es cierto, podríamos haber elegido hablar con el equipo de comunicación de la empresa y hacer una nota en nuestro mejor papel de periodista. Pero también sería menos divertido para este editor y por ende, tampoco para ustedes. Es más, la idea de asistir, más allá de conocer lo que ya leyeron en notas completas como esta, era ver al público que se interesa por esta "novedad", cómo reacciona ante ella, entender quiénes estarían formando parte de Uber acá y cuál sería su real obstáculo de adaptación.

La cita era ayer martes de tarde en una sala de conferencias de un hotel céntrico. Si bien muchos podrían pensar que la reunión de una empresa de tecnología desconocida hasta hace una semana, a las cinco y media de la tarde un día de semana iba a tener menos convocatoria que una convención de taxidermistas, se equivocaron. La sala estaba prácticamente llena, aunque hay que decirlo, era algo pequeña también.

Había unas 40 o 50 personas aproximadamente. En su gran mayoría hombres, aunque también se encontraban mujeres. La edad era pareja para ambos sexos: de 35 hacia arriba, con algunas excepciones, como la de este redactor y algún integrante más del club "sub-30". Unos llegaron en plan "veamos qué es esto", con vestimenta informal, mientras que otros iban ataviados como para una entrevista laboral con Donald Trump.


La charla comenzó apenas unos minutos después de la hora citada. El encargado de darla era Max Cortéz, un costarricense responsable de las operaciones de expansión de Uber en Latinoamérica. Con mucha "onda" empezó a contarle a los presentes con un Power Point de qué se trataba la novedad de la que todos hablan por estos días en Uruguay.

Si bien el interés por saber qué es era grande, cuando Max preguntó si alguien había usado alguna vez Uber, solo una persona de toda la sala levantó tímidamente su mano diciendo "yo, en Miami. Está buenísimo". Entre los asistentes había empleados y desempleados, pero todos presentaban un interés a lo que decía Cortéz, e incluso hasta algunos tomaban apuntes como si estuvieran en el liceo. Otros (como yo) para hacer una nota con la conferencia. Al menos eso pasó por un buen rato.

Mientras este hombre nos contaba de qué va Uber con sus slides, tres funcionarios al fondo de la sala iban llamando por su nombre a los asistentes, a los que previamente le entregaban un formulario para llenar con sus datos personales, los de su vehículo, y hasta su cuenta bancaria. No solo de cuál banco, sino también número y de qué tipo es, si de ahorro o corriente.


¿Para qué? dirán ustedes. Me pregunté lo mismo, hasta que el amigo Max aclaró. Uber le paga a quienes ofrezcan su servicio mediante una transferencia bancaria. Cortéz aclaró que al cierre de cada semana de trabajo, la empresa le envía a aquellos que ofrecen sus servicios de transporte una notificación de pago, y dos días después queda el dinero acreditado en su cuenta. Algo similar a lo que ya hace Google con su publicidad en sitios llamada Google AdSense, por ejemplo.

Un punto en el que se hizo bastante hincapié fue en el hecho de que Uber no llega para robarle clientes a los taxis. Así como hoy existen los remises, Uber aspira a dar un servicio similar, aunque menos empresarial, más accesible, y entre ciudadanos y vecinos. La gente, por ejemplo, no podrá parar un auto de Uber en la calle. Tendrá que solicitarlo antes mediante la aplicación. "Pedir transporte levantando la mano en la calle es patrimonio de los taxis, no nuestro y no queremos que sea tampoco", sentenció Cortéz. Tampoco el que lo maneje será empleado de Uber, sino que será freelance  y "su propio jefe".

En un momento de la charla se llegó a lo que varios asistentes estaban esperando: el dinero. Uber promete ganancias de entre ocho y diez mil pesos semanales cumpliendo un régimen de 7 a 23 hs y haciendo apenas un viaje por semana. Suena tentador y poco posible para muchos si se piensa eso como un piso mínimo, y considerando que la empresa le cobra a quien use el servicio por minuto y kilómetro recorrido. Hasta ahí todo era atención hacia el orador, hasta que Cortéz mencionó (casi al pasar) el porcentaje que se lleva Uber de las ganancias: una comisión del 25% por cada viaje realizado.


Ese fue el disparador para que algunos de los presentes comenzaran a interrumpirlo para preguntar un poco más sobre eso, aunque una vez finalizada la charla se había apartado un espacio para ello. No se llegó, y la ansiedad del público pudo más. Inmediatamente las preguntas empezaron a ir por otros carriles: inseguridad (expresado por una señora con la frase: "este es un país especial, porque acá donde te pares a esperar a un cliente de noche, te asaltan en cada esquina"), vehículos manchados por vómito durante las noches de boliche y cómo "alguien" resarciría al dueño del auto por eso, posibles multas de tránsito, accidentes, costos de mantenimiento o reparación de los vehículos y cómo Uber debería cubrírselos a los dueños, etc.

Pero fuera de las preguntas a viva voz como si fuera un ágora griego, se sucedían otros episodios menos inquisidores. Por ejemplo, un señor ataviado con un manojo de papeles se acercó a una de las encargadas de recoger los formularios con sus documentos personales y los de su automóvil, una pick-up DFSK. Amablemente la mujer le dijo que su auto no era lo que buscaba Uber y el hombre regresó a su asiento en la sala algo abatido, comentándole en voz baja a un amigo suyo que no entendía el rechazo si era un modelo "full-full" el suyo.

En su web ellos explicitan que de momento solo están aceptando vehículos modelo 2008 en adelante, con motor superior a los 1.200 cc, tipo sedán con cuatro puertas, y que tengan espacio para llevar equipaje, aunque no especifican qué cantidad. De todas formas, si hay demanda de otro tipo de vehículos (citycars, por ejemplo), están abiertos a ampliar el abanico de opciones. Como quedó probado en ese caso puntual, hubo gente ni siquiera entró a la página a revisar ese detalle previo a ir a la charla.


Yendo a mi caso tomé el formulario y lo llené con algunos datos personales reales (nombre, documento de identidad, teléfono, y mail) y otros apócrifos (auto y matrícula, usando el del último vehículo que probé para Autoblog, un Volkswagen Vento, que además calzaba en los requerimientos de Uber). El de la cuenta bancaria lo dejé en blanco. No sea cosa que me meta con los ahorros de alguien más y esto pase de una nota de color a una fiesta de abogados y jueces. Tampoco me puse a sacar fotos de la charla deliberadamente. No quería que me diera alguien captura de periodista encubierto.

Igual fue inútil. Ya casi llegando a una hora de charla me llega un correo al celular con el título "pica en la charla de Uber" seguido de un emoticón de sonrisa . Alguien me reconoció. Significa "hora de irse". Me levanté de la silla, y le inventé una excusa/emergencia a la encargada de los formularios para huir, entregándole la planilla y diciéndole que me tenía que retirar ya con cara de "se incendia mi casa con mi familia adentro".

"Espérate, solo dame tantito cuatro minutos, ¿ok? No te vaias aún, por favor" me dijo en su mejor acento de Televisa. Desconozco si era costarricense como Max, el presentador, pero sonaba así. Acepté quedarme esos minutos. "Ahora te voy a tomar una foto, ¿ok?", algo a lo que también acepté, pese a tener una barba de casi una semana sin recortar. Tomó su iPhone y puse mi mejor cara de chofer de Uber, que imaginé sería una simpática y amigable. Aunque lucía más como Tom Hanks en "Náufrago" pero al final de la película, cuando lo rescatan, en realidad.


Mientras de fondo seguían las idas y vueltas del público con Max, la muchacha me dio una tarjeta con recomendaciones (o más bien "los 10 mandamientos del chofer Uber" que verán en una de las fotos de la nota), y me retiré lo más rápido posible antes de que me siguiera poniendo más incómodo por las preguntas que le increpaban al tico o por el captor anónimo que había dado con mi identidad. Fin de la crónica.

Si bien faltan aproximadamente unas algo más de dos semanas más para que Uber se pueda instalar oficial y operativamente en Uruguay, de todas formas se pueden rescatar algunas conclusiones de esta experiencia. Es una buena idea nacida de una necesidad de simples usuarios. Tiene muchos detractores en ámbitos de toma de decisiones. Los curiosos parecen ser muchos, pero también es grande la incertidumbre de si funcionará en nuestro país, especialmente cuando entendemos que tendrá que adaptarse a la idiosincrasia uruguaya, con todo lo bueno y malo de ella. Me explico.


La empresa hace especial hincapié en la actitud emprendedora y colaborativa tanto de los choferes como de quienes usan el servicio, y cómo eso beneficiará a todas las partes al final del cuento. Sin embargo, estando apenas 50 minutos en una sala con los posibles prestadores y usuarios del servicio aquí, se escucharon de parte de los asistentes solo reclamos personales, temores basados en experiencias propias, y dudas de cómo funcionaría la empresa "en un país como este", cuando ni siquiera el responsable de la empresa había terminado la exposición.

Por eso "mis dos centavos" en esto, es que los potenciales enemigos de Uber no son el taxi, ni un gremio, ni la política de turno, ni las leyes, o el lobby empresarial. Son los propios usuarios y el miedo al cambio. Así como hace 16 años algunos temían vender un auto por Mercado Libre o a hacer una llamada de Skype al otro lado del planeta desconfiando de no pagar un peso, ahora le toca el turno al usuario del transporte público urbano. Una vez más, el poder de cambio está en la gente que usa el servicio, más que en aquel que lo provee. Y no tener control sobre eso, es lo que realmente incomoda los otros actores que mencioné al comienzo de este párrafo. Incluso más que la novedad en sí.

Video: Cómo funciona UBER - Capacitación de choferes