El GP de F1 en Brasil es una de las mecas del automovilismo regional. Y este fin de semana la pudimos visitar. |
Desde San Pablo (Brasil) - Una semana luego de haber estado en mi primer Salón de San Pablo, tuve que volver. Y bien digo "tuve", porque una invitación como estas no se puede negar. Mientras estaba sentado escribiendo en la ciudad paulista una de las tantas notas que leyeron desde Anhembí, me llegó un correo que decía en su primera linea: "Te queremos invitar a la carrera de Fórmula 1 en San Pablo". Se podrán imaginar cuál fue la respuesta y qué tan rápido la di.
Gracias a la gentileza de Autolider, importador y distribuidor de Mercedes-Benz en Uruguay, en especial a Martín Pérez (gerente de ventas de la división automóviles), Patricia Fossati, y Guillermo Báez (responsables de marketing y prensa), fui invitado a presenciar el GP de Brasil 2014, y es más, ver por primera vez un GP en persona. Uno de esos sueños de botija que muy de vez en cuando, se te dan de grandecito.
Para un tipo como yo, que por segunda vez en su vida visita San Pablo, venir al único circuito de Sudamérica donde llega la Fórmula 1, es un sueño hecho realidad. Me podrán decir que la categoría ya no es lo que era, que es aburrida de ver, y es más, esta carrera lo fue. Pero todas son pamplinas hasta que un día te toca verla de cerca.
La sensación de estar caminando adentro del pit lane de Interlagos pone la piel de gallina. La famosa torcida brasileira vive esto como un carnaval desde el jueves a la noche hasta el lunes en la mañana. San Pablo, que de por sí es una ciudad de mucho movimiento, con el mundial de Fórmula 1, directamente es como si mordiera un cable pelado. Los boliches están atestados de gente, las calles son un caos, y se respira un ambiente tan electrizante como embriagador.
En el caso de esta invitación, era como decimos en el barrio "a todo trapo". Entradas al VIP de Mercedes, pase a boxes y a caminar por encima del paddock, para mirar cual vouyer todo lo que acontecía en la cocina de cada equipo sin que ningún piloto, mecánico, ingeniero, o mulata brasilera te viera.
En Interlagos convive la cordura de un grupo de mormones entregando la palabra del señor en la puerta, así como un séquito de promotoras con monos ajustados que podrían infartar al mismísimo Papa Francisco.
La seriedad (casi al punto de ser unos amargos) de tipos como Alonso y Vettel, a la simpatía de un Rosberg, Ricciardo, o incluso del director del equipo Mercedes, Toto Wolff, que incluso posó para las fotos.
Dentro del cronograma de la invitación de Mercedes había dos mini-conferencias con Nico Rosberg y Wolff. En ambos casos muy simpáticos y graciosos en sus declaraciones, además de tener una buena onda que pocas veces se ve en la categoría.
Es más, Rosberg bromeó en varios idiomas. No solo conversó en inglés, sino también en italiano, y gran parte en un español tan perfecto que pondría en vergüenza a varios embajadores estadounidenses en Uruguay. Como fue una charla cerca a la carrera, así como nos entretuvo, enseguida partió a los boxes.
Párrafo aparte para la posibilidad de ver en carne y hueso a tipos como Martin Brundle, Emerson Fittipaldi, Bruno Senna, Bernie Ecclestone, Eddie Jordan, o uno de mis ídolos, Niki Lauda. Daba igual. El objetivo era disfrutar tenerlos al alcance del brazo y a tiro de la lente de la cámara. Tampoco importaba si para que salude un maestro como Lauda hubiera que gritar ¡Nikiiiiiiiiiii, Nikiiiiii, come on, here Nikiii! y quedaras como un nabo. La foto valía perder el sentido del ridículo, y en mi caso, así fue.
El día de la carrera se pronosticaba lluvia, casi un clásico en Interlagos. Sin embargo el sol estuvo en las tribunas todo el día, y la gente no solo pudo ver las 71 vueltas del GP, sino también pasear adentro del autódromo, ya que había varios lugares a donde ir a comprar, mirar, o comer.
Uno de los lugares podía ser una callecita detrás del paddock donde había un stand de Maserati, aunque si se subía un piso, estaba el de BAC (Briggs Automotive Company Ltd.), empresa encargada de producir el Mono, un "monoplaza" de fabricación inglesa conocido por todos los que seguimos Top Gear, por ejemplo, que lleva un motor 2.3 Cosworth aspirado con 285 cv para 580 kg de peso.
Al llegar al stand, tuvimos la enorme suerte de poder conversar en inglés y con una simpatía infinita, con tipos grossos de la marca. Desde Andrew Whitney, que es el director de la empresa, hasta Ian Briggs, director de diseño de BAC, y padre de cosas bonitas como el Mercedes AMG-GT.
Terminada la recorrida por ahí, se podía ir al fan zone, donde había tiendas oficiales de Ferrari, Red Bull, McLaren, de Interlagos, así como de Mercedes, Williams, y Ayrton Senna, lugar donde dejé 120 reales por la remera conmemorativa de los 20 años de la desaparición de mi mayor ídolo. Un robo, pero me sentí rapiñado con gusto.
De todas formas, creo que el punto más alto de todo el fin de semana fue la posibilidad de ser seleccionado para entrar al box de Mercedes-AMG, 45 minutos antes de la largada del domingo. Ese momento, y el de la largada en sí son los de más tensión, y poder verlos en vivo tiene un gusto que no se compara con nada en el mundo.
Todo ese halo de que la F1 perdió su magia hace años, se ve un poco opacado en esos dos instantes cuando uno tiene la chance de formar parte in situ. Los 10 minutos que pude caminar adentro del box, sin sacar una sola foto, claro está, los viví como ese niño que entra a la juguetería por primera vez.
Los mecánicos están corriendo a cada rato, los ingenieros con una concentración digna de Kaspárov ante Deep Blue, y nosotros, los invitados fascinados por ver todo eso que la TV muestra cada domingo de carrera con tanta frialdad y distancia. Realmente es un momento emocionante e imborrable.
En Interlagos convive la cordura de un grupo de mormones entregando la palabra del señor en la puerta, así como un séquito de promotoras con monos ajustados que podrían infartar al mismísimo Papa Francisco.
La seriedad (casi al punto de ser unos amargos) de tipos como Alonso y Vettel, a la simpatía de un Rosberg, Ricciardo, o incluso del director del equipo Mercedes, Toto Wolff, que incluso posó para las fotos.
Dentro del cronograma de la invitación de Mercedes había dos mini-conferencias con Nico Rosberg y Wolff. En ambos casos muy simpáticos y graciosos en sus declaraciones, además de tener una buena onda que pocas veces se ve en la categoría.
Es más, Rosberg bromeó en varios idiomas. No solo conversó en inglés, sino también en italiano, y gran parte en un español tan perfecto que pondría en vergüenza a varios embajadores estadounidenses en Uruguay. Como fue una charla cerca a la carrera, así como nos entretuvo, enseguida partió a los boxes.
Párrafo aparte para la posibilidad de ver en carne y hueso a tipos como Martin Brundle, Emerson Fittipaldi, Bruno Senna, Bernie Ecclestone, Eddie Jordan, o uno de mis ídolos, Niki Lauda. Daba igual. El objetivo era disfrutar tenerlos al alcance del brazo y a tiro de la lente de la cámara. Tampoco importaba si para que salude un maestro como Lauda hubiera que gritar ¡Nikiiiiiiiiiii, Nikiiiiii, come on, here Nikiii! y quedaras como un nabo. La foto valía perder el sentido del ridículo, y en mi caso, así fue.
El día de la carrera se pronosticaba lluvia, casi un clásico en Interlagos. Sin embargo el sol estuvo en las tribunas todo el día, y la gente no solo pudo ver las 71 vueltas del GP, sino también pasear adentro del autódromo, ya que había varios lugares a donde ir a comprar, mirar, o comer.
Uno de los lugares podía ser una callecita detrás del paddock donde había un stand de Maserati, aunque si se subía un piso, estaba el de BAC (Briggs Automotive Company Ltd.), empresa encargada de producir el Mono, un "monoplaza" de fabricación inglesa conocido por todos los que seguimos Top Gear, por ejemplo, que lleva un motor 2.3 Cosworth aspirado con 285 cv para 580 kg de peso.
Al llegar al stand, tuvimos la enorme suerte de poder conversar en inglés y con una simpatía infinita, con tipos grossos de la marca. Desde Andrew Whitney, que es el director de la empresa, hasta Ian Briggs, director de diseño de BAC, y padre de cosas bonitas como el Mercedes AMG-GT.
Terminada la recorrida por ahí, se podía ir al fan zone, donde había tiendas oficiales de Ferrari, Red Bull, McLaren, de Interlagos, así como de Mercedes, Williams, y Ayrton Senna, lugar donde dejé 120 reales por la remera conmemorativa de los 20 años de la desaparición de mi mayor ídolo. Un robo, pero me sentí rapiñado con gusto.
Todo ese halo de que la F1 perdió su magia hace años, se ve un poco opacado en esos dos instantes cuando uno tiene la chance de formar parte in situ. Los 10 minutos que pude caminar adentro del box, sin sacar una sola foto, claro está, los viví como ese niño que entra a la juguetería por primera vez.
Otra de las cosas que no olvidaré es el no haberme quedado en la comodidad del VIP, con etiqueta negra, costillas de jabalí acarameladas, raviolones de pato, y pudím de leite moça, para irme a la tribuna superior que daba de frente a la "S" de Senna, al final de la recta de boxes.
Ese lugar es mítico, y podría decir que casi religioso en Interlagos. No iba a quedarme cómodo en un sillón en lugar de vivirlo ahí. Ver frenar a los autos de 335 km/h a casi 0 en menos de 10 segundos da miedo, y de la forma en la que salen catapultados por la "S", más aún. ¿Viajar más de 2.000 km para verlo sentado frente una pantalla gigante, mientras a 500 metros te están pasando los autos?
Disculpen, pero paso. Aunque los motores de la F1 no suenen como antes -suenan como una aspiradora con nitro, hay que admitirlo-, igual ir a ver un GP es de esos recuerdos que difícilmente te olvides rápido.
Para cerrar este texto caprichoso, catártico y libre, casi un diario de viaje diría, solo me queda decir algo más: ojalá pueda volver todos los años a un GP.
Les dejo algunas de las fotos que hice allá para que disfruten, además de dos videos, uno de la largada y otro desde el box de Mercedes con el F1 W05 Hybrid de Hamilton sonando minutos antes de la carrera.
Galería: Gran Premio de Brasil 2014
Video: Mercedes F1 W05 Hybrid de Lewis Hamilton
Video: Largada del GP de Brasil 2014