martes, 12 de octubre de 2021

De cuando Porsche y Daimler trabajaron juntas: se cumplen 30 años del Mercedes-Benz 500 E

Mercedes-Benz y Porsche construyeron juntas al genial y potente 500 E a finales de los años 80.

Hace 30 años, la antigua Daimler-Benz AG encargó a Porsche una berlina de altas prestaciones. Se presentó en el Salón del Automóvil de París de 1990 y salió a la venta en la primavera de 1991. Hoy, dos de las personas implicadas en el desarrollo del Mercedes-Benz 500 E recuerdan cómo fue aquel proyecto.

El 500 E impresionó al mundo a comienzos de aquella década por la manera en la que combinaba la comodidad de un turismo con las prestaciones de un deportivo. Para conmemorar el 30º aniversario de este modelo y celebrar su condición de clásico, el Museo Porsche ha recibido a dos miembros del equipo que estuvo involucrado en su desarrollo para descubrir la emocionante historia que esconde tras de sí.

Michael Hölscher, Jefe de Desarrollo de Proyectos, y Michael Mönig, responsable del departamento de Desarrollo de Prototipos, se sentaron por última vez en el 500 E hace casi tres décadas. En 1988, en Untertürkheim (distrito de Stuttgart), Daimler-Benz AG encargó el desarrollo a Porsche AG. En el contrato se especificaban los detalles para el “diseño y desarrollo en serie experimental sobre la base del  W 124”. Su motor sería el V8 de 5.0 litros y cuatro válvulas por cilindro del 500 SL. En abril de 1995, tras algo más de cuatro años en producción, se habían entregado 10.479 unidades, todas ellas con cuatro plazas homologadas, porque el diferencial era tan grande que no dejaba espacio para el asiento central de la fila trasera.

Los dos hombres guardan muy buenos recuerdos del 500 E. “Hace treinta años viajé hasta el lago de Constanza con tres compañeros. Pasamos todo el viaje hablando entre nosotros. En un momento dado, uno de ellos miró el velocímetro y se sorprendió al darse cuenta de que la aguja marcaba 250 km/h. Habíamos ajustado el chasis, los frenos y el motor a la perfección, lo que se traducía en una experiencia de conducción excelente”, recuerda Hölscher. Lo cierto es que el apartado de los frenos suscitó grandes discusiones en la fase de desarrollo. Al final, se decidió montar un equipo más potente que el de cualquier modelo de la gama, para garantizar así unas detenciones óptimas y acordes a las circunstancias.

Con su V8 de 326 cv y 470 Nm, y su caja de cambios automática de cuatro velocidades, el 500 E aceleraba de 0 a 100 km/h en solo 5,9 segundos, mientras su velocidad máxima estaba limitada electrónicamente a 250 km/h. “Muy potente, pero nada ostentoso; dinámico y lujoso al mismo tiempo. Este Mercedes no es un vehículo que llame especialmente la atención de entrada, necesita un segundo vistazo para hacerlo”, dice Mönig sobre el modelo que fue punta de lanza en su época. 

A finales de la década de 1980, Daimler-Benz AG contrató a Porsche como proveedor de servicios de desarrollo, la división que hoy se conoce como Porsche Engineering, porque su propia línea de producción para la serie W 124 en Sindelfingen era demasiado pequeña. La carrocería ensanchada del 500 E, que más tarde pasó a llamarse E 500 con la actualización del modelo, hacía inviable su fabricación en las instalaciones de la firma de la estrella. Modificar la línea de montaje tampoco resultaba una opción viable. La idea era crear un coche que, a simple vista, pareciera un W 124, pero que al mismo tiempo se convirtiera en un referente entre las berlinas de altas prestaciones. Su carrocería era 56 milímetros más ancha y 23 más baja que la de cualquier otro modelo de la gama. En Porsche, el 500 E recibió la denominación interna “Proyecto 2758”.

Para lograr una mejor distribución del peso, la batería se colocó en la parte trasera derecha del maletero. Los sistemas de frenos y escape se modificaron significativamente, y se rediseñaron tanto los pasos de rueda como los paragolpes delantero y trasero. El motor V8 respiraba a través del espacio que rodea a los dos faros delanteros, para garantizar así un suministro abundante de aire. Con una participación en el desarrollo del 90 por ciento, Porsche fue responsable de prácticamente todo el trabajo necesario para la integración de los componentes mecánicos y de carrocería.