Prueba: Mercedes-Benz A 200 Urban (Parte 1)

martes, 5 de noviembre de 2013



El Mercedes-Benz Clase A nació con el objetivo de pelear en el segmento C premium con los BMW y Audi.
La prueba número cincuenta de la historia de Autoblog, se convirtió también en la más extensa. Por cuatro días y más de 1.200 km me tocó convivir con un Mercedes-Benz A 200 en variante Urban, que se ubica en el corazón de la gama. Primera parte de la prueba, y galería, después del salto.

EXTERIOR

El Clase A sufrió una importante metamorfosis. Pasó de ser un monovolumen poco agraciado, a convertirse después de su presentación en el pasado Salón de Ginebra (ver nota) en un atractivo compacto con el que la marca de Stuttgart busca plantar cara a los Audi A3 y BMW Serie 1.

Creció 40 cm de largo, 2 cm de ancho y redujo su altura en 15 cm. ¿El resultado? Una carrocería más plantada, más agresiva y -por que no- más deseable. Seamos sinceros: nadie soñaba con tener en su garaje un A 160 (ver nota).


El frontal marca un quiebre con el resto de la gama. Adopta rasgos del A-Class Concept presentado en el Salón de Shanghai (ver nota), con formas musculosas, y una generosa parrilla con la estrella en posición central. No hay antinieblas en ninguna versión, pero tampoco se extrañaron. Los faros adaptativos de bi-Xenón funcionan de manera ejemplar.

El lateral, con una cintura elevada que deja una reducida superficie vidriada, destaca por un juego de relieves y sombras en las puertas, que se logran con varios nervios marcados que se proyectan hacia la trasera. Las llantas en este A 200 Urban son de cinco radios dobles, con neumáticos 225/45 R17.


La trasera cuenta con un voladizo corto y es -a mi gusto-, aunque atractiva, el ángulo menos logrado del diseño del A. La luneta es chica, lo que repercute en la visibilidad, y cuenta con un alerón en la parte superior. Los faros son de LED, y más abajo aparecen los útiles sensores de reversa, junto a dos atractivas salidas de escape cromadas.

INTERIOR

La posición de manejo del Clase A es una clara declaración de sus intenciones. Los asientos, de espectacular diseño con aires a baquet, son firmes y brindan una sujeción lateral ideal para disfrutar en curvas.

Las posaderas quedan bien cerca del suelo si así lo deseamos, y todo se asocia para crear esa satisfactoria sensación de ser uno con el auto. Hay regulaciones en altura, longitudinal y de respaldo para ambas butacas, de tipo manual. El volante, puede variar tanto en su altura como en profundidad.


Los materiales y terminaciones son de primer nivel. Pero esto no quita que esté algo por detrás del resto de la gama Mercedes-Benz, así como de su archi-rival el Audi A3 (ver prueba). Transmite solidez, y esa impresión típicamente germana de que el tacto de cada botón fue testeado por una docena de ingenieros.

Punto a parte para el techo -no se si les conté que me gustan-, que brinda luminosidad a un interior que se ve perjudicado por la cintura alta, así como por el parante A de marcada inclinación.


Por detrás del volante, multifunción y de buen tacto, encontramos el selector de la caja de cambios. Sentimientos encontrados: por un lado se agradece que libere espacio para portaobjetos en el tunel central, pero por otro, se extraña la posición tradicional. Para gustos, los selectores colores.

El panel de instrumentos resulta legible y completo, con cuatro elementos analógicos, acompañados por un par de pantallas que informan datos tales como la hora y temperatura -superior- y las funciones de la computadora de abordo y audio -inferior-.


Coronando la consola central, la pantalla de la discordia. Aunque lo mejor para el diseño sería algo integrado al panel, este display de 5,8 pulgadas destaca por quedar siempre a la vista. En conjunto con el joystick ubicado a la derecha del asiento del conductor, comanda las funciones de audio, así como datos del vehículo, cámara de retroceso y telefonía. Nuevamente, cuestión de gustos.

Las plazas traseras no son el fuerte del Clase A. La cintura alta conspira con la caída del techo para dejar un espacio justo a lo alto, y con poca visibilidad. La otra cara de la moneda: hay tres apoyacabezas, anclajes ISOFIX y TopTether para sillas infantiles, y tres cinturones de seguridad de tres puntas, y el espacio a lo largo es aceptable.


El baúl cuenta con una capacidad de 340 litros. Por debajo de la alfombra, encontramos un kit de reparación de pinchazos, con el tradicional botiquín de primeros auxilios y dos inmaculadamente germanos guantes blancos de tela. Pintoresco, pero hubiera sido mejor -aunque sea- un auxilio temporario.

MECÁNICA

En posición delantera transversal, el A 200 equipa un motor de 1.595 cc de cilindrada, con inyección directa y turbocompresor. Es el mismo que encontramos en el resto de la gama, así como en los Clase B y CLA. En esta versión eroga 156 cv a 5.300 rpm y un par de 250 Nm a partir de las 1.250 rpm.


El acabado Urban se ofrece en exclusiva con la transmisión automática de doble embrague 7G-DCT de siete relaciones. Logra los 100 km/h desde parado en 8,3 segundos, y una velocidad máxima de 224 km/h. ¿Los consumos? La marca declara 7,7 l/100 km en ciudad y 4,8 l/100 km en ruta. Ya veremos que tienen de cierto.

En sus entrañas cuenta con un esquema de suspensiones con un sistema montante telescópico y brazo oscilante transversal en el eje delantero, y de brazo transversal y longitudinal en el trasero. Los frenos son de discos ventilados adelante y de discos sólidos atrás. Pesa 1.395 kg en vacio.

Galería: Mercedes-Benz A 200 Urban